Hace poco se han pagado más de 9 millones por una obra suya, 'Los monos del Parlamento británico'. Acordaos también de la famosa niña con el globo, que se autodestruyó nada más venderse por un millón y medio. Y, por supuesto, no hay que olvidar la multitud de grafitis que la gente arranca de las paredes para sacarles dinero.

Todo sin la autorización de Banksy, que siempre ha dicho que no entiende por qué los ricos pagan esas millonadas por sus obras. Les llama idiotas. Y en cierta medida, les deja en evidencia.

Para demostrarlo, un día contrató a un hombre para que montara un mercadillo callejero en Manhattan. Ofrecía 'banksys' originales al ridículo precio de 60 dólares cada uno. Pero como nadie sabía que eran piezas auténticas suyas, casi nadie las compró: en 7 horas sólo vendió 7.

Con esta broma Banksy demostró que, en el fondo, la gente no valora el contenido, sino la marca.

Por cierto... resulta irónico pensar que lo que nace como una protesta contra el sistema capitalista, acaba siendo engullido por ese sistema. El poder del dinero...