COMIDA, VAMOS A LLEVARNOS BIEN
Cómo ahorrar tiempo y dinero aplicando el método Marie Kondo en tu nevera
'Marikondizar' la nevera es un homenaje a la alegre japonesa de los armarios. Porque nuestra nevera debe estar limpia y ordenada. Verás la de tiempo y euros que ahorras dedicando unos minutos a colocar y limpiar periódicamente tu nevera.
A veces veo neveras que son un auténtico zarzal y pienso que a Marie Kondo le daría un parraque solo de verlas. Ya sabéis, ella es esa japonesa pizpireta que se ha hecho célebre ordenando armarios ajenos. Que te llega a casa, pone cara de póquer al ver que aún guardas la sudadera del paso del ecuador de la facultad y, con una elegancia digna de geisha, se pone a tirar ropa como poseída y te deja dos vaqueros, un jersey y un par de camisas, para que tengas de quita y pon. Y sanseacabó.
Pero ener un armario desorganizado es un pecado venial en comparación con lo que puede suceder si no tienes la nevera organizada. Es peor encontrar un jamón york caducado hace tres meses bajo una huevera o un tomate con moho que ha creado su propio ecosistema de mohos dentro del cajón de las verduras. O, peor aún, gastarte un buen dinero en filetes y que se echen a perder porque nadan en un líquido insalubre.
Aquí ya no hablamos solo de caos. Hablamos de economía doméstica y de seguridad alimentaria, dos conceptos que deben brillar en nuestra cocina por el bien de nuestra salud y de la de nuestro bolsillo (veréis que repito mucho el concepto de no malgastar dinero, pero es la base de una buena economía doméstica). Hablamos de marikondizar la nevera en homenaje a la alegre japonesa de los armarios. Porque nuestra nevera puede y debe estar limpia y bien ordenada. Te parecerá baladí, pero verás la de tiempo y euros que ahorras dedicando unos minutos a colocar, revisar y limpiar periódicamente tu nevera.
Limpiar la nevera
Cada día entran y salen de tu refrigerador bebidas y alimentos perecederos con jugos, olores, hojas que se secan y hasta tierra de la huerta si los has comprado requetefrescos. No es malo, pero obliga a extremar la limpieza para eliminar restos de alimentos, prevenir la acumulación de malos olores y evitar la proliferación de bacterias o mohos que puedan poner en riesgo tu salud y la de los tuyos. De paso, ese momento de limpieza nos permite revisar fechas de consumo preferente o alimentos que hay que consumir a la de ya porque empiezan a ponerse malos.
La siguiente pregunta es, vale, pero, ¿cada cuánto me pongo a limpiar y cómo? Vamos a distinguir entre dos limpiezas: la rápida, que haremos cada 7-15 días, y una en profundidad que, según nuestra capacidad de ensuciar, haremos cada 30-60 días.
La rápida: limpieza semanal o cada 15 días
En casa esta tarea la llevo a cabo el viernes por la tarde o el sábado por la mañana, justo antes de la compra grande de la semana. Ya sabéis, esa jornada en la que toca la ronda de mercado y supermercados. Otras veces cae en sábado por la tarde, si el domingo es día de mercado de productores o nos acercamos a alguna huerta de proximidad (si no lo hacéis aún, os lo recomiendo, por los sabores y la variedad de productos que vais a encontrar).
Lo primero es desconectar el refrigerador para no desperdiciar ni un kilovatio de energía. Lo siguiente es retirar lo que hay en cada balda para pasar una bayeta humedecida con una mezcla de un litro de agua y dos cucharadas de bicarbonato sódico. Esta mezcla es suficiente para acabar con los posibles microorganismos que intenten acampar en las baldas. A continuación, pasa un paño seco para eliminar la humedad y vuelve a colocar todos los alimentos en su sitio. Esta es la forma más asequible y tradicional de limpiar neveras, la que nos enseñaron nuestras madres y que sigue funcionando. Actualmente también se venden limpiadores higienizantes en espray que huelen bien y simplifican bastante el proceso.
Esta limpieza no lleva más de 10 minutos si la hacemos justo la víspera de ir a la compra, cuando la nevera está más vacía que llena. Una vez hecho, conecta de nuevo el refrigerador. y ¡listo!
Los cajones de la fruta y los de la carne son zonas especialmente críticas ya que pueden caer jugos, líquidos o quedar restos de alimentos que se pueden pudrir. Si no están muy sucios, vale con pasarles solo la bayeta y el bicarbonato. En caso de estar más sucios, habrá que hacer una limpieza más exhaustiva, como la que se recomienda cada 30-60 días, pero cada semana.
El congelador, en este caso, lo dejamos para la limpieza grande porque el nivel de suciedad es siempre menor.
Cada 30-60 días
Aquí el intervalo entre limpiezas depende de lo mucho o lo poco que se ensucie el interior de tu frigorífico. Si tu alimentación se basa en pizzas precocinadas, fiambre y latas, tu colesterol y los niveles de glucosa tal vez sean preocupantes, pero tu nevera puede tirarse meses limpia como una patena. Si, como es deseable, priorizas alimentos frescos, se manchará bastante más. Si compras muchos alimentos frescos o recolectas directamente de la huerta tendrás que limpiar con mucha frecuencia para eliminar restos de tierra, hojas y hasta pequeños insectos que puedan ir escondidos entre las hojas de las espinacas.
El proceso de limpieza aquí es similar al anterior pero más minucioso. Puede que te lleve entre 30 minutos y una hora, así que, resérvate este tiempo sin prisas y en un momento en que la cocina esté despejada.
1. Desenchufa la nevera.
2.Saca todo lo que haya en el interior. Esta vez la, limpieza será minuciosa, así que, si hace calor, mete en una bolsa de congelados o nevera portátil todos los alimentos que requieran refrigeración (fiambre, briks de leche abiertos, platos cocinados…). Las mejores horas para hacer esto son las primeras de la mañana. Aprovechas las temperaturas más bajas de la noche y que aún no se ha cocinado, por lo que hará menos calor.
También puedes echar mano de condensadores de frío. Solo tienes que meterlos en el congelador la noche antes y por la mañana estarán listos para introducirlos en la bolsa o nevera donde conserves los alimentos mientras limpias. En cualquier caso, evita hacer si hay carne o pescado fresco.
3. Extrae las baldas, los cajones de la fruta y los estantes de la puerta. Lávalos bien con jabón lavavajillas y un trapo, esponja o estropajo suave. Si hay manchas resecas usa agua caliente. Una vez limpios, deja que se sequen y enfríen antes de volver a meterlos.
4. ¡Manos a la obra! ¡A limpiar! Ahora que el interior de la nevera está diáfano es el momento de limpiar a conciencia. Sobre todo, en esos recovecos donde se atrincheran restos de jugos, ese trocito de carne picada que rodó y nunca llegaste a encontrar o la pelusilla de los kiwis.
Es también momento de limpiar las gomas de las puertas. Ya sabes, esa especie de acordeón que ayuda a cerrar y mantener cerrada la puerta del frigorífico y que parece ideado para que se escondan restos de alimentos.
Aunque no es necesario hacerlo cada dos meses, cada cierto tiempo deberías subirte a una escalera y limpiar sobre la nevera. Es un lugar poco accesible y no quedan restos de alimentos, pero sí acumula grasa y polvo de la propia cocina.
5. Revisar y volver a guardar. Una vez tienes refrigerador y congelador a estrenar, conéctalos de nuevo a la red. Si han perdido mucho frío y tienes los alimentos a buen recaudo en sus bolsas isotérmicas, es preferible dejar que baje la temperatura del interior antes de volver a meter los alimentos.
En cualquier caso, antes de volver a introducirlos, toca revisar fechas de consumo preferente y el estado de cada uno de los alimentos. Si llevan varios días abiertos, revisa el tiempo de consumo recomendado por el fabricante. Sucede, por ejemplo, con la leche o el tomate rallado para untar en las tostadas de desayuno.
Lo mismo con los alimentos ya cocinados. Los tápers con albóndigas, lentejas o los restos de pollo asado no tienen el don de la eternidad. Los guisos de carne duran 2-3 días; los de pollo, hasta 4 y los de pescado o marisco, así como los de verduras, 3-4. Cuanto más graso sea el plato, menos durabilidad, ya que la grasa tiende a ponerse rancia. La tortilla nunca más de 48 horas.