"Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo". Con esta frase se abre uno de los panfletos más importantes de la historia de la Humanidad, así con mayúsculas. Fue publicado por primera vez en Londres (febrero de 1848). Su título: 'Manifiesto comunista'.
Venía firmado por Karl Marx y Friedrich Engels, la pareja que más hizo por transformar el mundo desde la conciencia de clase. Eran rojos e incendiarios; portadores de una llama legítima que podría abrasar las entrañas del capitalismo hasta reducirlo a cenizas si consiguiéramos encenderla. Pero para ello, para lograrlo, hace falta una educación de raíz política de la que nuestro país carece. Por eso, por mucho que uno rasque...
Solo hay que ver a nuestros representantes institucionales. Sin ir más lejos, la pasada semana, la ministra del paro -Yolanda Díaz- se puso de ejemplo a sí misma, diciendo que ella "representa algo que mueve la historia: se llama lucha de clases". Como no podía ser menos, lo afirmó desde la tribuna del "hemicirco". La cosa tiene delito, pues si hay una persona que hace ojitos a la patronal, esa es Yolanda Díaz, como muy bien responde en un tuit Lucía Nistal, una de las pocas voces críticas que se pueden encontrar por los interneles.
En el desarrollo de su respuesta, Lucía Nistal recordó que Yolanda Díaz pertenece al Gobierno de un Estado capitalista que se muestra servil ante el imperialismo, un servilismo que está definido por su relación con la lucha de clases; en este caso una relación enferma y antinatural. Como bien señalaron Marx y Engels en su panfleto, "el Gobierno de un Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa". Se lo recuerda Nistal a Díaz; búsquenlo.
Con todo, podría pensarse que Yolanda Díaz no se ha leído a Marx y Engels, pero esto no es acertado. Porque las personas que seguimos la pista a José Ovejero, celebramos que hace unos años dio a la imprenta una nueva traducción de El manifiesto comunista (Galaxia Gutenberg). Y aquí viene lo bueno, pues, en esta nueva edición, Yolanda Díaz firma el prólogo, y lo hace visitando lugares comunes -de toda la vida- considerando que los lugares privados son cosa mal vista ante los ojos de la gente que habla como ella, es decir, con tópicos y haciendo su papel -o papelillo- de chica de izquierdas, cuando, en realidad, lo que busca es una puerta giratoria para cuando esta farsa que se han montado caiga por su propio peso, o lo que es lo mismo, cuando el Capital -el verdadero poder- se estanque en la próxima burbuja inmobiliaria o se canse de Sánchez y los suyos; y los despida.
Porque la historia de la Humanidad sigue siendo la historia de la Lucha de Clases, así con mayúsculas. Y Yolanda Díaz hace creer a la gente que está posicionada en el lugar legítimo de esta lucha, escondiendo la bolita trilera a los ojos de un pueblo incauto que carece de educación de raíz política. En fin.