Lo suyo era un espectáculo genuino, lo nunca visto hasta la fecha en el Moulin Rouge. A pesar de lo grosero del número, la puesta en escena no carecía de elegancia. Porque Joseph Pujol se presentaba ante el público en frac. De cintura para abajo iba en calzones rojos y unas medias con ligueros ciñendo sus pantorrillas. Para completar el atuendo, calzaba zapatos de charol y guantes blancos.

Con las puntas de sus bigotes semejantes a los cuernos de un carnero, el artista sonreía al respetable y, a continuación, se presentaba:

"Señoras, señoritas, caballeros:

Voy a tener el honor de presentar ante ustedes una sesión de Pedomanía. La palabra pedómano quiere decir: hombre que pee a voluntad; pero no teman nada por sus olfatos: mis padres se gastaron una fortuna para perfumarme el recto".

Luego explicaba que la naturaleza le había otorgado el don de aspirar agua y aire por el ano, elementos que después eran expelidos por la misma vía, sugiriendo, a voluntad, toda clase de ruidos. Con esto, Joseph Pujol simulaba el pedo redondo del albañil, que es seco y sin mortero, así como el pedito tímido de la muchacha o el pedo diplomático, ventosidad silenciosa -aunque odorífera- capaz de inflamar la llama de una vela.

Por decir no quede que, llegado el momento, Joseph Pujol ejecutaba escalas armónicas, alcanzando con sus notas una octava por vía rectal. El delirio del público aparecía con exaltación cuando Joseph Pujol se ajustaba un tubo de goma al recto, igual que si se tratase de una lavativa. En el otro extremo, sin temblarle el pulso, colocaba un cigarrillo que, a su vez, sostenía entre los dedos. A continuación lo encendía y empezaba a fumar por vía anal igual que si lo hiciera por la boca. Puede decirse que se tragaba el humo para luego expulsarlo por el mismo sitio. Una vez consumido el cigarrillo, colocaba una flauta en el extremo del tubo y afinaba una de Beethoven, "Au Clair de Lune".

El mismísimo Toulouse-Lautrec aplaudía a rabiar este número tan inaudito.

La fabulosa historia que aquí contamos, la del "Pedómano", es real aunque pueda parecer lo contrario. Su biografía la publicó la editorial Alfaguara en castellano en 1970, con una tirada de 2.500 ejemplares. El libro se encuentra descatalogado y es una de esas rarezas que buscan los coleccionistas.

Y todo esto viene a cuento por lo ocurrido el otro día, en Onda Cero, durante el programa de Alsina, mientras entrevistaba a Manuela Carmena, cuando un recto anónimo se descosió en una flatulencia que se hizo viral.

Siguiendo el catálogo de pedos expuesto por el "Pedómano", el pedo del programa de Alsina fue igual a pedo de modista, denominado así por imitar a la perfección el ruido de una tela al ser rasgada. El citado pedo de modista suele durar por lo menos diez segundos desde que es expelido hasta la coda final que, de ser pedo genuino, a modo de epílogo pinta la muda interior. Sin embargo, la duración del pedo de marras fue de dos escasos segundos, por lo cual es evidente que el autor -o autora- contrajese los esfínteres y, de manera reprimida, no lo soltase del todo cuando empezó a tamborilear. Suele pasar cuando el pedo de modista se confunde con el pedo diplomático y se hace notar a traición.

Lo que resulta curioso es que el pedo del otro día se puede identificar con la política de alcaldía de Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid; una ventosidad de esas que si sueltas un poco pintan la muda del mismo color que pinta la derecha. La misma derecha a la que Carmena ha entregado el Ayuntamiento de Madrid con ayuda de Errejón, ese muchacho que igual vale para un roto que para un descosido. Sí.