Bien mirado, American Psycho es mucho más que una novela; es una denuncia al mundo pijo de finales de los ochenta, cuando los yuppies envolvían su merienda con bonos basura de Wall Street y fumaban puros habanos. Tirantes, camisas de doble puño, chaquetas de Armani, pantalones de pinzas, zapatitos italianos y un billete de diez dólares que asoma cada vez que los dedos quieren jugar con algún mendigo, provocando su ansiedad "¿Lo quieres, pordiosero de mierda?... ¿eh?.. ¿Lo quieres?...Pues trabaja, hijo de puta, búscate un empleo". Así hace el protagonista de la novela de Bret Easton Ellis cada vez que ve a un hombre necesitado.

El retrato que hace Easton Ellis de una sociedad enferma es insuperable, sacando a flote los traumas del protagonista, un pijo que proyecta sus complejos allí por donde pasa mientras nos cuenta su vida; una existencia vacía que intenta llenar con salidas nocturnas a los clubes de moda donde esnifa cocaína y se junta con otros tantos pijos como él. La novela se publicó en 1991, pero su imaginario está vigente, pues, para el protagonista, un tal Patrick Bateman, no hay modelo a seguir más brillante que Donald Trump, un tipo cuya carrera hacia los estercoleros del éxito empresarial lo llevó a hacerse trapis con los casinos; un modelo que, años después, cuando llegó a la presidencia de Estados Unidos, aplicó a la economía.

A pesar del desastre que eso implica para cualquier país, el trumpismo es una tendencia política con una montonera de adictos. El último ha sido Milei, un energúmeno que hace de títere y bufón -pluriempleado- del capital. Como no iba a ser menos, el otro día recibió a Aznar y se hicieron fotos. Uno no sabe quién de ellos da más grima, si el hijo bastardo de Trump o nuestro antiguo presidente del Gobierno. Son dos tipos que, aunque a primera vista parezcan diferentes, representan lo mismo, sólo que cada uno fue expresión de su tiempo. Mientras Aznar fue el modelo de nuestro catolicismo neoliberal de los 90, un tipo sobrio, de risa falsa y pintas de funcionario, el presidente del Gobierno argentino es el modelo actual de una tendencia económica que condena a los pueblos al desastre; pelucón a lo Trump, verborrea pasada por la merca y ese decir mucho y contar poco o nada que han de tener los presidentes de gobierno actuales si pretenden resistir en el cargo el tiempo suficiente como para servir al capital lamiendo sus botas sin que se desgaste la lengua. "¿Lo quieres, pordiosero de mierda?... ¿eh?.. ¿Lo quieres?...Pues trabaja, hijo de puta, búscate un empleo".

Es lo que tiene la actualidad política: siempre fue escrita mucho antes; en este caso cuando Wall Street era un semillero de pijos que, años después, nos traerían el desastre económico de la crisis inmobiliaria, cuyo rescate bancario tuvimos que pagar los del pueblo. Aznar, Trump, Milei, qué más da su nombre, lo único que cambia es su estilismo. Y Bret Easton Ellis lo sabe, por eso su novela American Psycho (Random House) sigue viva. Toda una crítica al capitalismo en su expresión más grosera, la de la economía casino; el mundo como casa de apuestas.