En 1895, Friedrich Engels supuso que la ampliación del derecho al sufragio daría la victoria a la izquierda. Así lo escribe en su prólogo a una nueva edición de "La lucha de clases en Francia", el texto de Marx que resulta clave para entender los distintos estratos sociales y su relación con el momento histórico. A finales del siglo XIX, todavía no se consideraba que la crisis del sistema capitalista traería la victoria de la extrema derecha en las urnas ante un descontento popular cada vez más creciente.

Con estas cosas, arranca uno de los ensayos más jugosos y documentados acerca del auge del fascismo. Se titula "Anatomía del fascismo" (Capitán Swing) y viene firmado por el historiador norteamericano Robert O. Paxton. Se trata de un recorrido histórico que nos va mostrando cómo el mismo sistema capitalista incuba el fascismo, un sistema político que sale a relucir en los momentos críticos y extremos. Por decirlo de otra manera: cuando el ejercicio del poder se le pone difícil al capital, el fascismo se propaga.

Porque los intereses de las clases dominantes nunca se quedan desnudos. En los momentos críticos se visten de banderas y de patriotismo nacional, pertrechándose tras las armas y justificando la violencia, llegando a confundir legitimidad con legalidad, por ser la legalidad la que da la razón en las urnas.

Bien podemos traer lo anterior hasta nuestro país, donde la pandemia de la COVID ha puesto de manifiesto la debilidad de un gobierno que se dice socialista, pero que intenta por todos los medios estar a buenas con el IBEX y, por extensión, con una monarquía de herencia franquista que es la institución garante del Régimen del 78 y de la economía de casino.

El PSOE, junto con el PP -antes Alianza Popular- son los dos partidos dinásticos que se han ido turnando en el Parlamento desde la Transición, siguiendo un juego sucio exento de discurso. El 15M traería la política a las calles y, con ello, el desequilibrio dinástico, algo a lo que el Capital no estaba acostumbrado.

Con la llegada de Podemos a las instituciones, la crisis del sistema incubó un nuevo partido de rancias ideas fascistas, es decir Vox; una formación política carpetovetónica envuelta en la patriotería de una bandera cubierta de mierda y de sangre, a decir de Flaubert, autor francés al que los votantes de Vox no conocen.

Porque el fascismo se cura leyendo, y tanto los dirigentes como los votantes de Vox no despuntan precisamente por ser personas ilustradas, en todo caso son personas descontentas que ven en su líder una especie de Cid Campeador con pistola. Los medios adscritos al Canal Único de Información se encargan de hacer el resto, es decir, propaganda al montador de Babieca. Lo consiguen amparándose en la libertad de expresión y avivando así la hoguera del patrioterismo xenófobo.

El descontento social es indiscutible; en las calles cada vez son más largas las colas del hambre. A estas alturas, el Ingreso Mínimo Vital no ha llegado a los hogares y la gente no aguanta más. La hartura está siendo capitalizada por el fascismo. La izquierda, ahora mismo, es inexistente. Ha sido desarticulada. Las calles se han vaciado de ideología y Podemos ha sido absorbido por un gobierno que se pinta de rojo, pero cuyos intereses están más cerca de mantener el Régimen del 78 que de atender las necesidades del pueblo.

El siguiente movimiento va a ser la aproximación de los dos partidos dinásticos y, con ello, hacer una pinza a Podemos. Para que dejen de molestar en el gobierno. Anclar a Felipe VI como jefe del Estado y mantener el fascismo en las calles son los objetivos del sistema dominante en su espiral crítica. En breve lo veremos. Mientras tanto lean a Robert O. Paxton. Su "Anatomía del fascismo" bien lo merece.