El pueblo ucraniano pone los muertos, los Estados Unidos venden las armas y Europa hace de intermediaria en esta guerra televisada donde Putin ha asumido el papel de malo con todas las consecuencias.
Porque alguien tiene que ser culpable de la crisis económica que se nos avecina tras el trauma pandémico, y Putin, que es un psicópata, está haciendo méritos para ser el candidato más idóneo. Mientras tanto, los medios de comunicación glorifican a Zelenski, mostrándolo como un hombre volcánico y valeroso, un patriota por cuyas venas corre el ardor guerrero. Y esto es algo que en nuestro país de arraigo militar y hombres tan machos, cala hondo.
Pero poco o nada se habla del verdadero origen de la guerra, es decir, de las fuentes energéticas. Entretanto, los que ayer eran epidemiólogos hoy son expertos en geopolítica. Se habla mucho y se discute poco, puesto que no hay discurso. La línea pro OTAN es la línea a seguir. La paz, como expresión crítica, queda fuera de unos parámetros donde el conflicto se ha polarizado entre dos facciones, la de Putin, el malo y la de Zelenski, el bueno.
Ante este panorama, lo mejor es recomendar un libro. En este caso tocan los cuentos del ucraniano Nikolái Gógol, reunidos en el volumen titulado 'Historias de San Petersburgo' (Alianza), donde destaca 'El capote' -aquí traducido como 'El abrigo'-. Se trata de un cuento publicado en 1842, y en él se nos presenta a un insignificante funcionario de la administración civil que necesita un capote nuevo para protegerse del frío. Es un cuento fundacional, pues, de no haberse escrito, la literatura de Frank Kafka no hubiese existido tal y como la conocemos. El expresionismo kafkiano presenta la alienación del ser humano ante un mundo creado por él mismo y eso es algo a lo que Gógol se adelantó.
En Kafka, el Estado Ideal hegeliano se ha transformado en un monstruo con vida propia que convierte al ser humano en cucaracha. Si tiramos del hilo con el que Gógol tejió su cuento, Gregorio Samsa es un personaje descendiente directo de Akaki, protagonista de 'El capote'. De hecho, otro ruso como lo fue Nabokov señaló que 'El capote' y 'La Metamorfosis' eran las únicas obras "sin grietas" de la historia de la literatura.
La literatura europea sufrió su transformación con este cuento lleno de frío y de incertidumbre, una historia que nos atraviesa y que nos hiela; una historia que hoy está más vigente que nunca porque Akaki seguirá teniendo frío una vez que haya logrado hacerse con el nuevo capote. Es el frío que desprende la gente que le rodea y que hiela más que el propio frío.
El capote es un cuento alegórico que hoy sirve para apuntalar aún más el pensamiento crítico ante el desastre ocasionado por la guerra. Al igual que al protagonista del cuento no le calienta el nuevo capote, el pueblo ucraniano tampoco se calentará con armas de fuego, por muchos cacharritos de matar que nos empeñemos en servirle.
Lo único que se consigue mandando armas a Ucrania es que las acciones de los fabricantes de cacharritos se disparen en bolsa, y el capital salga beneficiado mientras el pueblo ucraniano se mata. Porque las armas, repartidas entre la población civil, despiertan los ajustes de cuentas. No lo olvidemos.
Entretanto, lean. Para que cuando el misil de cabeza nuclear caiga sobre nosotros, por lo menos nos pille con un libro entre las manos. Los cuentos de Gógol son la mejor opción en estos momentos de incertidumbre. No lo duden.