El mitólogo Joseph Campbell aplicó el instrumento del psicoanálisis a la gramática del mito. En su obra titulada "El héroe de las mil caras", recoge las pruebas por las que ha de pasar el héroe en su aventura, desde la partida hasta el regreso.

Según nos explica Campbell, es casi al final de su camino, cuando se presenta un episodio crítico. Se trata del momento más engañoso para el héroe, por ser el momento en que los deseos que vertebran su viaje se ven dominados por la reacción de las distintas fuerzas opuestas.

Es entonces cuando el objeto de deseo se hace tan lejano que apenas ilumina su rumbo, llevando al héroe a un estado definitivo en el que experimentará la muerte. Pero es también cuando el talento del héroe aflora con lucidez; aunque la vida este perdida, nunca está perdida la libertad de renacer a la muerte. Según Campbell -parafraseando a Nietzsche- el héroe se identifica aquí con la Bailarina Cósmica que "no descansa pesadamente en un solo punto, sino que ligera y alegremente brinca y se vuelve de una posición a otra". Porque para ir de la muerte a la vida se necesita talento, ya dijimos.

Todo este lío de Campbell con los mitos se puede aplicar al muestrario político actual; una especie de Gran Hermano que divide a la audiencia. Mientras una parte de la audiencia va con uno, otra parte va con el otro. La parte que no se decide, aunque no quiera, va con el de más allá. Si a esta dimensión televisiva le aplicamos la herramienta de Campbell, podemos entender el viaje de Pablo Iglesias. Desde el inicio de su aventura, hace ya seis años, en Lavapiés, en el Teatro del Barrio, hasta la llegada a la vicepresidencia del gobierno de España.

A mitad de camino, empezaron para Pablo Iglesias los inconvenientes. La reacción de fuerzas oscuras, muy cercanas a su persona, se convirtieron en puñaladas traperas que dejaron al descubierto una herida mortal de necesidad. Con todo, Pablo Iglesias, que ha leído -o por lo menos ha intuido- a Joseph Campbell, siempre supo que la única manera de resucitar, que la única forma de resurrección sólo era posible haciendo lo que ha hecho, es decir, manteniendo un pulso con Sánchez hasta la convocatoria de nuevas elecciones; comicios donde perdería escaños, tanto él como Sánchez, mientras la derecha renacería, transformada ahora en una agresiva organización política.

Pablo Iglesias cargó el revólver con una bala, ruló el tambor y se puso el cañón en la sien. Apretó los ojos. El desenlace ya lo conocemos: un Pablo Iglesias con la sonrisa puesta, levantando su carterón de vicepresidente y el mensaje del #Sísepuede lanzado al ciberespacio.

Ahora, tras la nueva personalidad, el héroe necesita purificarse, someterse a una purga antes de reencontrarse con el mundo ordinario, antes de volver al punto de partida donde depositará el preciado elixir. No se trata de otra cosa que de recuperar las instituciones y, con ello, desmercantilizar el compromiso entre el Estado y el ser humano. Las personas que hemos seguido su viaje, así lo esperamos.

Por último, apuntar, que el libro "El héroe de las mil caras" apareció en castellano en 1959, publicado por Fondo de Cultura Económica. En la actualidad, sus fotocopias circulan por los seminarios y clases de guion cinematográfico junto al libro de Christopher Vogler, el titulado "El viaje del escritor", donde se pone en práctica el trabajo del mitólogo Campbell a la hora de contar historias para la gran pantalla.

Ambos libros son complementarios y fundamentales, no sólo para aplicarlos al oficio de escritor, sino para aplicarlos a la vida y al espectáculo de nuestra sociedad. Como ejemplo valga el viaje de Pablo Iglesias.