Ni un paso en falso. Ni un pie fuera del tiesto. Ni notorios a sordos que diría mi madre. Es la estrategia de los socialistas y de ERC en las negociaciones de la investidura de Pedro Sánchez. Pocas palabras y muy medidas. Ninguna foto. Discreción. Gabriel Rufián, portavoz de ERC, lo ha dicho con claridad en las últimas horas: "Si algo aprendimos es que el ruido no ayuda. La mejor manera de que no se solucione nada es taquigrafiar lo que sucede".

Los veteranos del "negocio" de la política siempre recuerdan que las negociaciones de la constitución se celebraron en el Parador de Gredos. Allí se redactó la primera ponencia de la carta Magna. Sin propaganda y sin periodistas en la puerta. Salvando las distancias, en eso están socialistas e independentistas. Pocas luces y ningún taquígrafo. Unos y otros tienen motivos.

Los socialistas no quieren dar argumentos a los que día sí y día también acusan a Sánchez de echarse en manos de los que quieren romper España o de ceder ante las exigencias independentistas. ERC tiene otros motivos y todos en clave electoral: no quiere que Junts per Catalunya, con quien compite por liderar el soberanismo, cargue contra ellos por poner las cosas fáciles a Sánchez mientras sus líderes están en la cárcel.

Cualquier excusa sería buena para sacar a relucir la palabra traición en el mundo independentista. Las elecciones en Cataluña podrían celebrarse en los primeros meses de 2020 y Junts per Catalunya, por inverosímil que les parezca, está a un paso de convertirse en el peor enemigo de ERC. En privado conservan poca amistad. Solo falta que se lancen los platos en público.

ERC ha dejado claro que quiere un compromiso del PSOE para que el Gobierno de España y el de la Generalitat se sienten en una mesa y solucionen lo que ellos llaman conflicto político. Quieren una negociación de "igual a igual". Quieren que "se hable de todo sin condiciones". Quieren que se fije un calendario para que lo firmado no caiga en el olvido. Es su particular carta a los Reyes Magos. Solo harán Presidente a Sánchez si el PSOE hace realidad esos deseos.

Para la negociadora Adriana Lastra el hecho de sentarse a negociar la investidura ya es una avance. Pero no son pocos los socialistas que creen que el acuerdo se aleja si ERC no cede. Algunos ministros reconocen cierta inquietud. Que Moncloa y Generalitat negocien de "igual a igual" roza los límites de la Constitución, y en el Gobierno insisten: diálogo sí, pero dentro de la ley.

También hay ministros optimistas respecto al pacto con ERC. Mantienen que las exigencias de ERC son postureo y que el acuerdo es posible. Los hay que confunden deseo con realidad. Llevan demasiados meses en funciones, atados de pies y manos, y se quejan de que no pueden atender muchas de las necesidades que llegan a sus Ministerios. Necesitan gobernar en plenas facultades.

A Rufián le hemos preguntado varias veces por la autodeterminación. Si es o no una condición sine qua non para apoyar la investidura de Sánchez. Su respuesta ha sido muy clarificadora: "Cuanta menos cuerda compremos, mejor". Y se ha ido sin contestar.

Porque las sogas ahorcan. Y ni PSOE ni ERC quieren morir negociando.