La gestión del coronavirus ha sido tan complicada que el Gobierno de coalición no ha tenido tiempo ni para pelear.

Lo urgente, la crisis social y sanitaria, era lo único que les ha ocupado.

Han discutido algo por determinadas medidas económicas pero las diferencias se han superado sin que la sangre llegara al río. Ha habido roces pero nada tan grave como para poner en peligro el pacto.

Pero los rebrotes del coronavirus han hecho rebrotar también las diferencias ya conocidas entre el PSOE y Unidas Podemos.

La semana que hoy termina no ha sido fácil para la coalición. Empezó mal porque Carmen Calvo y otros miembros socialistas del Gobierno se reunieron con Ciudadanos para hablar sobre las medidas para paliar la crisis del coronavirus. Esa era la teoría, pero en la práctica estaba también que Calvo, mandatada por Sánchez, intenta convencer al partido de Inés Arrimadas para que sus 10 diputados apoyen o, al menos, faciliten la aprobación de los presupuestos. Sus votos son determinantes para no depender de ERC.

El Ejecutivo quiere aprovechar el giro al centro que está dando Ciudadanos para no tener que sostenerse en el partido independentista catalán.

Cataluña vive en un permanente ambiente pre-electoral y ERC no es capaz de dar las garantías que Sánchez necesita para aprobar las cuentas de 2021, quizás las más importantes de los últimos años. No podemos olvidar que el Gobierno de coalición sigue gobernando con los presupuestos del popular Cristóbal Montoro.

En Unidas Podemos no molesta la presencia de Ciudadanos en el acuerdo presupuestario. Lo que escuece es que el PSOE renuncie a determinadas medidas que están en el pacto de coalición para atraer a Inés Arrimadas. Pablo Iglesias tiene claro que no van a meter en un cajón a la esencia de lo que pactó con Pedro Sánchez en materia social y económica y que si Cs acepta sus postulados, bienvenido sea.

También sospechan que todo es una estrategia del PSOE para arrinconar a Ciudadanos y poder culpar a Arrimadas de irresponsable si en un futuro se bajan del caballo de los presupuestos y los bloquean.

Pero la grieta más grande en el Gobierno de coalición la ha provocado esta semana la salida del Rey emérito. Todos a uno como un coro, los ministros y diputados de la formación morada han expresado su malestar por la operación que Moncloa ha negociado con Casa Real y por la defensa de la monarquía que ha hecho Sánchez en nombre de la coalición. Se han encargado de dejar claro que nada de lo ocurrido se ha hecho con su conocimiento y que la decisión tomada no la comparten. Es más, les parece indigna. Incluso han arremetido contra Pedro Sánchez y Carmen Calvo acusándoles de desleales. En el PSOE están molestos con el nivel de crítica. Dicen que las discrepancias caben en un gobierno de coalición pero los ataques a los miembros del Gobierno, no. Se lo han hecho saber a la formación morada.

De momento, Unidas Podemos no va a cesar en su ofensiva contra la monarquía.

Quieren, incluso, que comparezca Felipe VI en el Congreso para que explique la salida de su padre.

Los partidos nacionalistas también han pedido la comparecencia de Calvo y Sánchez para que expliquen la operación diseñada con Zarzuela y eso obligará a Unidas Podemos a posicionarse. Tendrá que decidir si quieren obligar a su socio a comparecer ante sus Señorías. Tendrán que decidir si quieren poner a su socio en el disparadero para rentabilizar su ideología republicana ante sus votantes.

Y mientras tanto seguimos sin saber el paradero del Don Juan Carlos I. Aspecto que sirve para que unos y otros sigan echando leña al fuego.

Dicen en el Gobierno de coalición que nada les va a despistar de lo importante y que la coalición tiene claro lo que debe ocupar sus esfuerzos: la salida de la crisis que está dejando el coronavirus y sus brotes.

Lo que ha unido el coronavirus que no lo separe el Rey… ni Ciudadanos.