Aquel 16 de de junio de 1981, María José García Sánchez tenía 23 años y llevaba solo dos semanas en la Brigada Central de Información, la élite de la lucha antierrorista. Eran los años de plomo, en los que ETA era muy poderosa, especialmente en el País Vasco, donde campaba a sus anchas con la complicidad de tantos que, en el mejor de los casos, callaban ante sus crímenes y, en el peor, señalaban, delataban y colaboraban. La inspectora García, que formaba parte de la primera promoción de mujeres del Cuerpo Superior de Policía, había pasado dos años en la Brigada de Estupefacientes de Sevilla. Sus méritos la catapultaron hasta los grupos encargados de la lucha contra ETA. Dos semanas después de su llegada a Información, aquel 16 de junio, María José fue a Zarauz (Guipúzcoa) para cazar al comando Gohierri Kosta junto a sus compañeros. Algo salió mal. Los etarras mordieron el operativo y salieron del piso donde se refugiaban. José Luis Eciolaza, alias Dienteputo, se cruzó en la escalera del inmueble con María José y le descerrajó un tiro a bocajarro, que acabó con su vida. Fue la primera mujer policía asesinada por ETA. Dienteputo y sus dos compañeros de comando, Ángel Tellería, Antxoka, y Mikel Goikoetxea, Txapela, lograron huir abriéndose paso a tiros y lanzando granadas de mano.

Fernando Benzo ha escrito un libro magnífico, 'Nunca fuimos héroes'; (Editorial Planeta), en el que se narran diversos episodios de la guerra que la Policía Nacional mantuvo contra ETA en los años ochenta. Los de azul protagonizaron la lucha contra el terrorismo hasta la caída de la cúpula etarra en Bidart, momento en el que la Guardia Civil tomó la delantera a la Policía en el combate contra ETA. El autor ficciona diversos momentos del pulso entre las fuerzas de seguridad y los etarras, entre ellos el asesinato de la inspectora García, a modo de "respetuoso recuerdo y homenaje", según las palabras de Benzo. María José se convierte en el libro en Cata y Dienteputo es Harri, el leviatán al que persigue Gabo, el comisario jubilado que protagoniza la novela, durante cuatro décadas.

En la ficción de Benzo, Harri, el asesino de Cata, vuelve a Madrid tras pasar muchos años en Colombia. En la realidad, los asesinos de María José corrieron distintas suertes: Txapela murió en un atentado de los GAL; Dienteputo sigue disfrutando del retiro dorado que ofrece la Venezuela chavista a los etarras y Tellería fue detenido por la Comisaría General de Información en México en 2017, tras 30 años de búsqueda. El diario ABC contó el emocionado abrazo que Almudena, la hermana de María José –que ingresó en la Policía poco después del asesinato de su hermana-, dio a los policías que habían hecho justicia después de tres décadas, capturando a Tellería.

En tiempos donde la palabra memoria está presente hasta en alguna vicepresidencia del Gobierno, no estaría de más recordar a víctimas como María José y, sobre todo, hacer justicia. El hombre que disparó la bala que mató a la inspectora sigue impune, protegido por el régimen de Maduro y su vicepresidenta, Delcy Rodríguez, la pasajera incómoda.