Cuando hablamos del coste de la conciliación lo primero que aparece en las mesas de debate es lo que nos cuestan las escuelas infantiles o la contratación de cuidadores profesionales. Pero ese no es el único coste porque entonces habría una solución directa a este problema social que sería: conseguir por fin la gratuidad de las escuelas infantiles de 0 a 3 años, que es una medida necesaria y urgente. Pero por desgracia, a día de hoy, la conciliación no tiene una única solución, sino muchas que deberían estar bajo un Pacto Nacional de conciliación, como venimos exigiendo años.

La falta de conciliación en España tiene un ALTO coste para las mujeres. La conciliación le sale gratis a las Administraciones Públicas, pero nosotras asumimos un triple coste:

Un coste ecónomico. Porque más allá de lo que “cuesta” tener hijos/as en España (según los estudios más de 7.000 euros de media por hijo/a al año), ser madre con esta alarmante falta de medidas de conciliación nos empobrece porque ralentizamos, frenamos o paramos nuestra trayectoria profesional y con ello nuestro salario. Porque recordemos que el otro trabajo, reproductivo e invisible, que hacemos no tiene valor. Y que una reducción de jornada es renunciar a parte de nuestro salario para poder cuidar.

Un coste emocional y personal. Porque soportamos la carga mental invisible y no reconocida ni pagada de los cuidados. Las horas dedicadas al trabajo reproductivo y al empleo dejan a las mujeres sin tiempo personal para realizarse o desarrollarse como personas. Esto nos provoca pérdida de identidad personal y problemas de salud mental, como analizamos el año pasado por el duro golpe que ha supuesto la pandemia en las mujeres.

Y por último, además de este coste personal, hay un coste social que tenemos que visibilizar. Si no somos nosotras las que levantamos la voz, todo seguirá igual, en un sistema desigual que se permite y repite el modelo tradicional. Y es que el papel de la mujer, sobre todo de la madre, en este país está oculto. Ser madres y no poder conciliar nos penaliza y nos castiga socialmente. Las empresas siguen sin entender que ellas también tienen que ser parte de la corresponsabilidad social. Y el Estado olvida que las madres tendrían que tener un reconocimiento social porque traen vida y esa vida es futuro en un país con una tasa de fecundidad indecente. Tenemos que revisar el modelo social para buscar otras opciones que hagan sostenible la relación trabajo y vida.

No se trata de aprobar unos permisos y ya. Se trata de cambiar la relación entre lo productivo y lo reproductivo. Entre lo económico y los cuidados. Para que esto pase a ser un asunto público y social.

Así que conciliar NO es gratis. Para nosotras no.

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