Cada año empieza antes la Navidad. Aunque no se si es verdad (para mi siempre empieza el día después de “todos los santos”, en noviembre, porque soy fan absoluto de estas fiestas), es una frase que escucho desde que tengo uso de razón. Y es que no es raro encontrarse con turrones a primeros de noviembre. Y no digamos de anuncios de colonias y perfumes.

Y, aunque tradicionalmente las fiestas comienzan el día 24 por la noche con la famosa Nochebuena, la carrera de cenas, comidas, y fiestas varias alrededor de una mesa arranca desde el mismo momento que se oye en la oficina “¿este año la cena de empresa cuándo es?”, o, ya sea en una reunión de amigos, o por un mensaje de texto, alguien dice “¿nos juntamos todos los amigos y comemos?”. Estamos en fechas de comidas y cenas varias. Como si se fuera a acabar el mundo después de Reyes. Hay que verse, hay que juntarse, y, sobre todo, hay que comer.

Entre grupos de amigos, familia, compañeros de trabajo, el grupo de madres y padres del colegio de los niños, o la asociación deportiva que se junta los fines de semana para “echar un partidillo”, la agenda rebosa de compromisos con un fin común: comer. Comer y beber, para ser más exactos. Intentar quedar con alguien en estos días sin haberlo planeado con antelación se vuelve tarea imposible. Todos tenemos compromisos.

No hay estómago que lo resista. Porque los menús no son precisamente de brócoli o pechuguita de pollo a la plancha. Por no entrar a hablar de los postres, las sobremesas, y las tradiciones gastronómicas adicionales. ¿El resultado? Muy raro será que nuestro estómago no se resienta y aparezcan viejos conocidos como la acidez y el ardor. Simplemente con la cantidad de comida que ingerimos, el sobreesfuerzo de nuestro sistema digestivo se hace notar. Y si a esto le sumamos lo que normalmente comemos, el sino es difícil de esquivar: el bicarbonato, la sal de frutas y los antiácidos.

¿Qué alimentos generan más ardor y acidez de estómago?

La respuesta es rápida y concisa: los “BBC”. Los “bodas, bautizos y comuniones” que siempre hablo de no comer habitualmente. Sólo en ocasiones puntuales. Los de la punta de la pirámide de la alimentación. Es decir, casi todos los que componen el menú de estas fechas. Y, aunque no son alimentos prohibidos, si deberíamos de ser moderados con ellos, aunque “ahora estén permitidos”. No es cuestión de negarse un polvorón, es cuestión de saber comerlo.

Embutidos, salsas, fritos y alimentos grasos varios

Imagen de embutidos y fritos

La grasa, por norma general, tiene un proceso de digestión más lenta que otros nutrientes y alimentos. Por lo que, a más tiempo y más esfuerzo para digerirlo, más papeletas para que aparezca el ardor y presión en el estómago. O, dicho de otra manera, pesadez. Pero claro, ¿quién ha visto un menú estos días que no tenga mayonesa o alguna otra salsa? Como ya sabes que es un claro amigo de las malas digestiones, ya tienes un motivo más para no pasarte con ellos.

Chocolate

Imagen de archivo de chocolate

Ya sea 99% cacao o el chocolate con leche de toda la vida (del blanco ni hablamos, porque no debería ni de poder llamarse chocolate). Además de que es un alimento bastante graso, ya que gran parte de su composición es manteca de cacao, por lo que su digestión también es pesada y estimula la generación de ácido en el estómago, no debemos de olvidarnos que contiene teobromina. Esta sustancia es un excitante que, en grandes cantidades y comiéndolo de forma continuada puede alterar la barrera gástrica, por lo que puede que nos haga ser proclives a padecer algún problema que otro en el estómago estas fechas.

Además, el chocolate no viene solo, si no, muchas veces, como postre de una comida copiosa y bien cargada de grasas. Como diría la famosa frase: la suerte está echada.

Excitantes

Imagen de archivo de tazas de café

Si la teobromina puede afectar a la barrera gástrica de nuestro estómago, por extensión, la cafeína y la “teína” también. Por lo que sobra decir que el café o el té (incluso bebidas de cola y energéticas) son malas amigas estas fechas para hacer excesos. Dicho de otra manera, si ya sientes que te has pasado en la comida y que tu estómago te está mandado señales, cerrar dicha comida con “un cafelito” o “un té” (que parece más inofensivo) puede que no sea la mejor manera de ayudar a la digestión. Y, por supuesto, un licor peor todavía, ya que el alcohol también es irritante del estómago.

Frutas cítricas

Imagen de archivo de granadas, naranjas y limones

Ácido más ácido, mal asunto. Recordemos que las frutas cítricas son ricas en vitamina C, un nutriente que es esencial, que tenemos que consumir todos los días, y que tiene funciones muy importantes en nuestro organismo. Pero, si recordamos un poco de química, el nombre químico de la famosa vitamina C es ácido ascórbico. Es decir, como su propio nombre indica, es ácido. Por lo que, si tenemos el estómago “algo tocado” en estas fechas, puede que no sea el momento de las naranjas, los tomates, los kiwis o las piñas.

Mejor dejarlos para otro momento del día que no estemos a reventar y con sensación de que nos va a explotar la tripa de todo lo que hemos comido.

¿Qué alimentos ayudan a prevenir la acidez y el ardor de estómago?

De la misma manera que hay alimentos que es mejor evitar abusar estas fiestas (aunque reconozco que es una tarea difícil), existen otros que pueden ser grandes aliados cuando del bienestar de nuestras digestiones se trata. Y, aunque es difícil escapar en los menús festivos de los días que se nos aproximan, no creo que haya alguien que esté todos los días con compromisos en comida y cena durante 2 o 3 semanas que duran las Navidades (oficialmente). Podemos aprovechar esos días que podemos estar tranquilos a elegir alimentos que nos calmen, equilibren nuestra dieta y hagan de estos días un proceso alimentario más llevadero.

Por otro lado, también hay alimentos que conviene que tengamos en nuestro radar para tratar de no caer a la primera de cambio en el bicarbonato o en el antiácido de turno. ¿De quién es estamos hablando? Coge papel y boli, y cuando vayas a hacer la cesta de la compra, no te olvides de meter en el carro:

Arroz

Imagen de archivo de arroz

Un arroz bien cocinado, además de ser un plato bien socorrido por la sencillez de su preparación, tiene la capacidad de absorber líquidos, siendo capaz de reducir la cantidad de ácido de nuestro estómago. Perfecto para estos días que le forzamos a generar cantidades poco usuales para él.

Pero es que si, además, elegimos el integral, recuerda que tiene fibra alimentaria. Nutriente que nos ayudará a tener un mejor tránsito intestinal (entre otras cosas), lo que acelerará la digestión, y, sobre todo, la recuperación.

Huevos

Imagen de archivo de huevos

Este alimento tiene un pH todo lo contrario al ácido del estómago (es básico o alcalino, como quieras llamarlo). Es decir, que consumirlo ayuda a neutralizar la excesiva acidez de estas fechas. Y, como el arroz, versatilidad no le falta. Por lo que no es una mala idea incluirlo de alguna manera en el menú de estas fiestas. Eso sí, se la única manera que se te ocurre de ponerlo es con mayonesa (grasa en forma de salsa), mal asunto, porque, como diría mi señora madre “haces un pan con unas tortas”.

Leche

Imagen de archivo de leche

Otro de los grandes trucos para un momento de acidez y reflujo. Y, confieso, que lo he utilizado mas de una y más de dos veces, especialmente cuando me ha pasado fuera de casa y no he tenido un antiácido o bicarbonato a mano. Un vasito de leche fría y, por supuesto, dejar de comer ya que mi cuerpo me estaba avisando: Luis, cierra la boca y reduce el alpiste que te estás pasando.

Aunque es un alimento que si miramos su pH es ligeramente ácido, es mucho menos ácido que los jugos estomacales, lo que hace que sea efectivo para calmar, sobre todo, el dolor y la sensación de quemazón.

Melón, sandía y plátano

Imagen de archivo de melón y sandía

La mayoría de las frutas son ácidas, pero estas tres son todo lo contrario. Incluso aunque no estén maduras. Por lo que, para mi, serían el postre más indicado para estas fechas como cierre a una comida que se sale de lo que estamos acostumbrados.

Aunque, en el fondo, el mejor remedio es la prevención. Nada nuevo que yo os haya descubierto. Pero si está bien recordar que, aunque estamos en fechas festivas, no pasa nada por comer algo que está en la punta de la pirámide, la cantidad sigue siendo importante vigilarla. Por nuestro estómago, por nuestra dieta, y por no tener que empezar el año con el propósito de año nuevo por excelencia: perder un par de kilitos.