El domingo pasado salí a dar un paseo por la playa, yo sola, mis auriculares, mi playlist “desconectando 3, 2, 1” y mis zapatillas de deporte. Una horita, lo suficiente para recargar pilas y planear la semana que estábamos a punto de empezar.

Pocos transeúntes, algunos papás y mamás con sus hijos y sus bicis, alguna pareja mayor disfrutando del buen día que había salido y poco más. Por supuesto, todos con sus mascarillas… parece que vamos acostumbrándonos por fin.

Sin embargo, al pasar delante de un conocido restaurante a pie de playa fui testigo de una estampa que, no os voy a decir que me indignó, porque si algo me ha enseñado esta situación es a escoger muy bien los motivos por los que indignarme, pero sí, reconozco que me enfadó un poco. Lo suficiente para estar hoy aquí frente al ordenador.

Bautizo. Bebé de apenas dos meses “volando” de brazo en brazo. Todos querían coger a la criatura ¡Cómo no! Conté más de 20 adultos y más de media docena de niños que correteaban entre las piernas y bastones de padres y abuelos.

- Venga una foto.

- ¡Si, vamos, venga, sesión de fotos! – se escuchó a lo lejos.

Por supuesto sin mascarillas, no vamos a estropear la foto ¿verdad? Eso sí, todos bien apretaditos y juntitos que, si no, no entramos.

- El bebé lo cojo yo.

- No, que lo coja la madre, toma.

- No, mujer, que la abuela haga los honores…

- Venga vale, pero luego la bisa que lo está deseando.

Y en menos de un minuto y medio vi a ese bebé en cuatro brazos diferentes, insisto, todos ellos sin mascarilla. Subí el volumen de mi playlist, cerré los ojos así lentamente como hacía mi padre cuando yo hacía alguna trastada y seguí mi camino.

Los bebés necesitan salir a pasear, por supuesto que sí. Y los papás y mamás también. Es más que necesario, de hecho, lo prescribo en mi consulta cada día.

- Debéis salir a pasear un ratito por la mañana y un ratito por la tarde, es bueno para todos.

Lo que no es necesario ni recomendable es tener a bebés tardes enteras de brazo en brazo en casas ajenas, acudir a grandes celebraciones como bodas, comuniones o bautizos ni siquiera pasar la tarde entera en casa de amigos o de los abuelitos con primos y demás familia.

¿Y entonces qué pasa que los abuelos no van a poder ver a sus nietos en todo el invierno? Claro que pueden, es más, podéis salir a pasear por el campo, por el parque o por la calle, podéis disfrutar del aire fresco ahora que por fin se ha ido el calor, sentaros incluso en una terraza a la fresca a tomar algo y a descansar del paseo y disfrutar de la vida.

Con mascarilla, sí, ¿y qué pasa? Creo que no es tanto pedir ¿no?

Si cogéis al bebé, previamente lavaos las manos y usad mascarilla, aunque sean vuestros nietos. Pero por favor, evitemos en la medida de lo posible estar mucho tiempo en espacios cerrados sin mascarilla y con contacto estrecho con otras personas.

Que el hecho de que seamos familia no nos exime de riesgo de contagiar aún sin presentar síntomas o de contagiarnos. Que la gente tiene la falsa sensación de seguridad al estar en casa de sus amigos o familiares por el mero hecho de estar con personas de confianza.

Ya estáis viendo que el mayor número de brotes se encuentran en reuniones familiares o de amigos donde se reúnen varias personas sin mascarilla y sin distancia de seguridad. A estas alturas de pandemia todos sabemos cuáles son las medidas más eficaces para frenar la transmisión del virus, todos sin excepción, así que seamos responsables, por favor. Que nos queda medio otoño y un invierno entero.

Mucho ánimo a todos y tened presente que la responsabilidad social, incluso mundial, empieza por la propia responsabilidad individual. ¡Seguimos!