Los políticos pasan, los problemas permanecen. Es lo que piensa uno cuando ve a algunos diputados correr y pelearse por ocupar su escaño en el primer día de clase, que parecía el primero de las rebajas. "Mi tesoro", que diría Gollum. Qué imagen tan lamentable. Qué poca sensibilidad con la gente que les está viendo, con sus asuntos pendientes, sin resolver, y teniendo que soportar que algunos entiendan la representación del pueblo como un quítate tú para ponerme yo, que se me vea mejor y chupar del bote.
Que hay dirigentes que pasan y pasarán, con la casa sin barrer, puede uno pensarlo cuando ve los índices de precariedad y desigualdad en España. Sí, los problemas económicos. Esos de los que se habla poco en las televisiones. Hay un cambio de modelo establecido, con sueldos más precarios, mayor coste de la vida, precios para alquilar una vivienda por las nubes y escasa perspectiva de que esto cambie. Unos le llaman recorte de la clase media. Otros, empobrecimiento de los trabajadores. Por España, todo por España, pero déjame el escaño más vistoso.
Con este panorama, sorprende ver cómo llegan corriendo para sentarse algunos de los políticos nuevos. No será por las prisas para arreglar los problemas. Indigna tanto como ver a algunos de los dirigentes que pasaron y dejan cuentas pendientes sacando pecho. 'Una España mejor', se llama el libro que ha publicado M. Rajoy, que acaba de aprovechar la presentación de la obra para volver a quejarse de los "inquisidores" que denuncian la corrupción. Esto en un acto donde se ha rodeado de Cospedal, López del Hierro, Ana Mato, Soria, Arenas… "Y ya tal", que diría Mariano.
Seguro que Rajoy puede explicarnos esa "España mejor", para ellos, donde el rescate bancario de 60.000 millones no iba a costarnos "ni un euro"; la corrupción era aguantar y que pase el tiempo (Luis, sé fuerte) y Wert, Mato y Fernández Díaz, que por allí andaban ayer, nos cuentan los recortes en Educación, en Sanidad o cómo quedó afinado el asunto de Cataluña. El futuro se lo dejamos a Esperanza Aguirre, que ya arrancó la semana saliendo a explicar cómo debía formarse el nuevo gobierno. Esperanza afirmó que lo decía "honradamente". Todo en la misma frase.
Aguirre habló en un acto por la Constitución, que son las fechas que tocan y que visten mucho. "Yo soy constitucionalista", "defendamos el constitucionalismo"… "Es escalofriante que un 35 % del Congreso no acate la Constitución", ha dicho compungido Alfonso Guerra en la radio de los obispos. A renglón seguido, Guerra aseguraba que la sentencia de los ERE es "muy difícil de aceptar", porque "que sea corrupción hay que ponerlo muy en paréntesis", es "injusto y arrastra por el fango a gente que no lo merece". Eso sí, Alfonso a tope con la Constitución, pide que el PSOE y el PP se sienten a hablar para que haya gobierno y, preguntado por las negociaciones de Sánchez, Iglesias y Esquerra, lo compara con "niños" a los que "se les da para jugar una granada explosiva". Muy fino.
Una granada es lo que lanzaron ayer en un centro de menores de Hortaleza, en Madrid. Eso sí era una granada. Allí hay migrantes, españoles y, sobre todo, chavales con problemas que necesitan ayuda. A la espera de que la policía concrete lo ocurrido, el ministro del Interior aprovechó para pedir templanza en los tiempos que corren. Quizás precipitado antes de ofrecernos todos los datos, aunque quizás tampoco venga mal una llamada a la calma. Hay problemas de pobreza, de convivencia y de entendimiento en este país que no se solucionan a la carrera, ni hablando mucho y haciendo poco o nada. Tenerlo en cuenta y trabajar también es estar con la Constitución. También conviene recordarlo en estos días de mucho ruido y pocas nueces.