Decía ayer Díaz Ayuso: "Cuando lleguen a la Moncloa van a destruir la nación. No quedará España que presidir". Lo que no están quedando son mensajes para sembrar el pánico: "destrucción", "liquidación", "declaración de guerra", "proetarras", "comunistas", "golpistas", "totalitarios"… Todo esto lo estamos oyendo estas semanas. Y eso que no hay gobierno todavía. Parece el pasaje del terror. No tenemos investidura, pero se empeñan en que tengamos más miedo que el perro Pecas en el coche de Esperanza Aguirre.

Faltaba algo de sangre. Isabel Díaz Ayuso culpó ayer a la izquierda de dar alas al nacionalismo, que "está emparentado con las ideologías que han provocado las mayores matanzas de la historia de la humanidad". Y, por si aún no han salido corriendo, la presidenta de la Comunidad de Madrid nos alertó de que "el marxismo ha estado durmiente, pero ha resucitado en forma de comunismo bolivariano". Corríamos ya despavoridos por el bosque, cual Aguirres huyendo de un agente de movilidad, y Ayuso metió en escena a los "independentistas, reaccionarios, racistas y supremacistas". Vamos, que estamos rodeados. De esta no nos salva ni Avalmadrid.

Siempre hay alguna esperanza. Despertamos de la pesadilla y ahí estaba Díaz Ayuso. Menos mal. Para decirnos que lo peor ya había pasado y que habíamos llegado a Madrid, "que tiene gobierno liberal". Qué chollaco. Me siento seguro. Depositen la cartera y los objetos metálicos, pasen y siéntense cómodos. Aquí hay montañas con billetes de 500, volquetes, el aire limpio de Martínez Almeida y el agua fluye del Canal de Isabel Segunda. ¡Qué bien, qué bien, hoy comemos con Isabel! Martillo de herejes. Ella es nuestra nueva esperanza.

"España, evangelizadora de la mitad del orbe, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio". "Esa es nuestra unidad", que diría Menéndez Pelayo. Y "el día en que acabe de perderse, España volverá a los reyes de taifas". En fin, el caso es que la unidad de la patria protagoniza la actualidad. Y la derecha ha fiado el desgaste del gobierno a un discurso del miedo y a que la nación será destruida. Lo cierto es que llevo años oyendo que "España se rompe" y sólo he visto cómo rompían la hucha de las pensiones. Y como la llamada crisis económica le hacía un roto a la igualdad, al poder adquisitivo de la clase media y a los pobres. Qué poco se habla de esos platos rotos. Vuelven a servirnos en el menú del día esa ruptura de la unidad de la patria que ya repite. Especialidad de la casa, claro.

La izquierda intenta montar gobierno con el apoyo de nacionalistas, independentistas y regionalistas. Otra cosa será que salga, que dicen que sí. Y otra cosa será, si sale, lo que pueda durar. Imagino que no será fácil ponerlos a todos de acuerdo y, más aún, vistos los precedentes. Eso sí, quizás convendría esperar. Al menos a ver lo que han pactado. Como mínimo, a ver lo que hacen. Los que repiten con ansia que España se rompe lo que quieren, en realidad, es que se rompa el gobierno. Para tenerlo ellos, claro. Pero es que aún ni se ha formado. ¡Despierten! Lo mismo Díaz Ayuso nos puede guiar.