Vamos en dos domingos a elecciones generales porque el encargado de formar gobierno, Pedro Sánchez, no quiso alianzas similares a las que le llevaron a la presidencia tras la moción de censura. Entre otras cosas, Sánchez parecía abrumado ante las consecuencias de una sentencia del TS sobre Cataluña del tenor de la que se ha producido. En ese escenario, la desconfianza en Unidas Podemos era total. En todo caso, junto con la convocatoria electoral, Sánchez pedía a la ciudadanía un voto claro o más claro, si me lo permiten.

Este viernes se ha hecho público el barómetro electoral de laSexta, realizado por Invymark. Y no, las cosas no están más claras, ni en ningún otro sondeo de los presentados hasta la fecha, alguno de ellos con más voluntarismo que ciencia.

Los aspectos más relevantes de la muestra son que PSOE mantiene su liderazgo, el PP corre detrás; al alza, Unidas Podemos se mantiene, a pesar de los chaparrones mediáticos externos y las goteras internas; y Ciudadanos camina firme hacia el descalabro. La extrema derecha sigue al acecho, pendiente de mayores movimientos dentro del bloque de la derecha.

Y hablando de bloques, la distancia entre ambos aparece con una ligera ventaja para el bloque progresista. Bloques desigualmente amalgamados, el de derecha, firme en su vocación de unidad; el de izquierda, igual de firme en su voluntad centrifugadora.

Han coincidido con estos datos dos manifestaciones de intenciones por parte de los más afortunados por las expectativas electorales. Pedro Sánchez se ha desvinculado de cualquier idea cercana a la gran coalición; Pablo Montesinos, por parte del PP, no ha ocultado la intención de repetir gobierno a la andaluza o madrileña; es el modelo, es decir, con el concurso de la extrema derecha de VOX. La única claridad hasta el momento.

Entonces, si Pedro Sánchez no pacta con el PP y con la agónica formación de Albert Rivera no dan los números, descartada la coalición progresista por provocar insomnio, ¿qué queda? Pues buscar más claridad en otras elecciones o que cada uno se meriende sus palabras, con melatonina o sin ella.

Resulta sorprendente la falta de tino de los promotores de las elecciones, sobre todo si se producen los resultados pregonados por las encuestas. ¿Para qué todo esto? Sin duda, que como pasa en el fútbol, lo pagarán los entrenadores. Se espera un ERE, quizá masivo, de gurús si fuera así.

Claro que se producirán nuevos llamamientos a la responsabilidad de Estado. Pero mucho me temo que ante la eventualidad de una subida importante del PP, sus dirigentes no estén dispuestos a pignorar sus resultados para garantizar un gobierno de Sánchez, que sin mayoría estable parlamentaria estaría en tenguerengue.

El barómetro da un dato especialmente relevante, sobre todo si se tiene en cuenta los temores catalanes de Sánchez y las ínfulas guerreras de Rivera y Abascal. Con más de un 31%, los encuestados creen que el PSOE sería quien mejor gestionaría la situación política en Cataluña. La estrategia montapollos de Ciudadanos no da resultados y se sitúa con un 12% en la confianza de la ciudadanía, solo empeorada por VOX con casi un cinco. Curiosamente, la gente confía más en Unidas Podemos para gestionar el conflicto catalán que en los acalorados dirigentes de Ciudadanos. La teoría del insomnio flojea con este dato.

¿Entonces? Pues resulta que la gente lo tiene más claro que los dirigentes políticos del momento; quizá la claridad que piden sea la que ellos necesitan para gestionar mejor la voluntad soberana y, al parecer, repetida de los votantes. Pero eso no lo da el pueblo, ni siquiera lo presta Salamanca.