Es el título de un soneto de Belli, un poeta que escribía en dialecto romano, en romanesco. No es difícil, lo entienden todos los italianos a los que no les molesta que alguien de Roma lo haga en la manera en la que lo parieron.

Decía Mark Twain que Dios había creado la guerra para que los americanos aprendieran geografía. Pues parece que esta pandemia no está haciendo posible que algunos españoles aprendan, no ya geografía, sino, al menos, respeto. Mis paisanos están muy enfadados porque, otra vez, desde los riscos peninsulares se ha ridiculizado nuestra manera de hablar. Ahora en la persona de la ministra María Jesús Montero, natural de Triana.

No deberíamos ya de molestarnos, sabemos mucho de esto y no es propio de ninguna pandemia sanitaria sino de otra sin desescalada que perdura en los tiempos: la pandemia de los catetos.

En el siglo XV, Antonio de Nebrija tuvo que soportar críticas por ser andaluz. Él, a falta de otros, siendo de Lebrija, había tenido la genialidad de escribir la primera Gramática Castellana, insisto porque, al parecer, no había quién allende Despeñaperros. Y un no parar; otra vez le tocó al mismísimo Juan Ramón Jiménez, de Moguer, Premio Nobel de Literatura. Sí de literatura.

Me enseñó a hablar mi agūela materna. Era analfabeta. Tenía un maravilloso acento sevillano, lleno de riqueza léxica. Nació en Villalba del Alcor pero venía de Trebujena y eso se notaba; mi agūela paterna era de Cañete la Real. Tela. Su prosodia era sedante, maravillosa. Y cómo guisaba: nunca olvidaré sus chirlas rejogá con una mijita de culantro. Cuando olía mal, me decía: "Niño, huele a tajea". El andaluz es oral; ya de zagalón, acudí a la RAE y allí estaba: tajea.

Esta gente que se dedica a ridiculizar las maneras de hablar de los otros son los representantes del hablismo, una manera taimada pero muy eficaz de racismo, supremacismo y xenofobia. Pero, además, es que no leen.

He citado antes al poeta Belli, podrían ustedes recurrir también a Trilussa. Ambos, ejemplo del dialecto romano: el romanesco. Es curioso tanto parecido der romanesco con er andalú, el rotacismo, un poné: cambiar la ele por la erre. Los romanos y los andaluces decimos borsa y no bolsa; eso es rotacismo, pero del castellano; decir 'bolsa' es pasarse de frenada porque en latín se dice 'bursa'.

Quizá porque la Bética fue de las primeras provincias en aprender latín. Y hasta mandamos a Roma escritores, filósofos, agrónomos, dos emperadores, hispalenses, y un cónsul, gaditano. Puesé.

Me contaron que el gran periodista malagueño, Manuel Alcántara, tuvo un sucedido en una de sus giras por los nortes. Trataron de ridicularizar lo andaluz y el sabio respondió: "Miren, cuando por estas latitudes se cantaba 'La vacas del pueblo ya se han escapao, riau, riau', en las tabernas de Andalucía, los jornaleros, después de su dura peoná, se jaleaban con: 'La noshe der aguaçero, ánde te metiste que no se te mojó er pelo'".

No hay que enfadarse, tenemos que hablar bien andalú-sin complejos- y luego, inglés -fijaos en los yanitos-, francés, chino, árabe. Del español no hay que preocuparse, los hispanohablantes nos entienden aunque en algunos reductos peninsulares hagan como si no, en plan malaje.

Se dice que un idioma es un dialecto con ejército, cada vez estoy más convencido que es un dialecto con idiotas. Ni caso.