En Euskadi, si algo nos aleja a bizkainos y gipuzkoanos, no es la distancia de este minúsculo territorio o las afinidades futbolísticas. Son los 10 eurazos de ida (y otros tantos de vuelta ) que hay que pagar para hacer 90 kilómetros de "autopista" mal peraltada, peligrosa y cuajada de radares y limitaciones de velocidad. No hay alternativa.

Para ir dirección sur hacia Álava también hay mordida. En cambio el oeste ofrece al conductor bilbaino un horizonte libre de cabinas de peaje hasta la Coruña. Curioso.

Algo similar ocurre en comunidades como Cataluña o La Rioja. Desde hace un año el Estado ha decido recuperar algunas autopistas y librarnos de la sangría del peaje. Pero esta feliz medida parece que tendrá contrapartida...