Pedro Sánchez, en sus primeras declaraciones tras la toma de posesión como Presidente, ha dicho que el Gobierno "va a caminar en una única dirección". "Hablará con varias voces –ha añadido-, pero siempre con una misma palabra". Esta última afirmación es preciosa y afortunadamente, se sobreentiende lo que quiere decir. Sin embargo, no tiene sentido ninguno. Ni en el fondo, ni en la forma. Varias voces habrá seguro. Lo contrario sería un milagro.

España ha tenido siempre hasta ahora gobiernos monocolores y en la mayoría de los casos, había derrapes tarde o temprano: uno que no se ha enterado, otro que decide hacer aportaciones personales al argumentario del día y se pasa de frenada, aquel que directamente piensa distinto, el Ministro que tiene que salir a matizar al partido… En fin. La vida misma. Pero al margen de esto, no sé qué significa lo de que el ejecutivo hablará "con una misma palabra". Supongo que lo que quiere trasladar es que los Ministros hablarán con lo que imponga finalmente el PSOE, que será acatado por Unidas Podemos.

Los españoles tendríamos mucha suerte si finalmente este equipo cumple con su "firme propósito de unidad", porque ni si quiera Pedro ha estado siempre de acuerdo con Sánchez. Y viceversa. Por otra parte, eso equivale prácticamente a decir que la formación morada se diluirá entre los socialistas e irán todos a una en todos los asuntos, una vez superados los debates a puerta cerrada. Como estrategia interna de partido sería un error, porque compiten por los mismos votantes y todo el mundo quiere, al final, ganar las elecciones. Además, parece una utopía, porque Pablo Iglesias es un líder que hasta ahora ha demostrado tener una personalidad muy fuerte y ha demostrado también su tendencia y su habilidad hacia los golpes de efecto y su limitado aguante frente a lo que considera humillaciones del adversario.

Por lo tanto, me parece mucho decir que este gobierno va a hablar "con una misma palabra", signifique esto lo que signifique. Una cosa son los deseos y otra la realidad. Pero ya que Sánchez ha sacado el tema de hablar, estaría bien que dejara de comportarse como Mariano Rajoy y aumentara tanto la frecuencia de sus apariciones ante los ciudadanos, como la flexibilidad a la hora de aceptar preguntas. Es inadmisible que haya dirigentes políticos que no vean las explicaciones de sus actos como un deber ante la sociedad. Tienen que dar cuenta de lo que hacen, de por qué lo hacen o de por qué un día dijeron que iban a hacer una cosa y al final, hacen la contraria. Es que además, en caso contrario, trasladan la sensación de que tienen algo que ocultar o algo por lo que sonrojarse. Y hombre, después de tantos meses de interinidad, plagados de momentos convulsos, estamos ya para pocas bromas.