De un tiempo a esta parte, los políticos no nos dejan en paz ni en Navidad. Este año estamos sin gobierno, pero con un Presidente en funciones que amenaza con investirse en Nochevieja o en Reyes. Así está Felipe VI, grabando su discurso del día 24 en el tiempo de descuento. Como decía esta pasada semana Andreu Buenafuente, lo mejor que podría hacer para no equivocarse es dar las buenas noches y nada más. Hala, a cenar.

Y es que puede resultar cuando menos sorprendente ver al monarca criticando a aquellos que quieren romper España, mientras esos mismos negocian la formación de gobierno. O lo que es peor, silenciando el asunto para no molestar, cuando el conflicto político de Cataluña es la mayor amenaza que pesa en estos momentos sobre su cargo, en principio, vitalicio.

En los últimos años, han proliferado los discursos navideños de nuestros presidentes autonómicos, que no quieren ser menos que el rey. Todo en estas noches de presunta paz es susceptible de convertirse en arma arrojadiza por parte de los políticos. Como si no tuviéramos bastante con la familia… ¿Las luces en Vigo? La oposición critica al alcalde Abel Caballero, "with the light", "with the music".

¿Un belén en Barcelona? El PP dice que parece un desván. Además, ahora está VOX, que ha ido un poco más allá: "El belén es una cosa deslavazada, como la propia alcaldesa Ada Colau". ¿La cabalgata de Reyes en Madrid? "No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás". Cayetana Álvarez de Toledo criticaba así los "disfraces" de sus majestades, más conocidos como "pijamas", según el popular Javier Maroto, o "cortinas de ducha", según Martínez Almeida. El actual alcalde de la capital ha prometido que este año cambiará la indumentaria de Melchor, Gaspar y Baltasar, como si despertara el mismo interés que el vestido de uvas de la Pedroche.

Las cabalgatas españolas nos distinguen también como país por el tradicional debate del rey negro que lleva betún o porque en no sé qué año tal o cual ayuntamiento les proporcionó caramelos caducados para lanzarles a los niños. Ahora, los políticos también han entrado en el bucle de contarnos lo que no quieren de regalo. "No queremos que nos traigan vaselina", decía Emiliano García Page, en alusión a las posibles cesiones de Pedro Sánchez con ERC. Bueno, oiga, escríbale la carta a su Secretario General.

Al lehendakari tampoco le van a traer todo lo que pidió, porque hace unos días el popular Alfonso Alonso le regaló el libro de Mariano Rajoy. No le hizo ascos, pero tampoco se le vio muy entusiasmado. Es verdad que Íñigo Urkullu tiene siempre la misma expresión, carente de euforia.

Hubo un tiempo, concretamente en 2018, en el que Mariano Rajoy deseaba "feliz 2016" y se retiraba unos días a Galicia a leer el Marca y a animar al Real Madrid. Teníamos gobierno. Teníamos Presidente. No sabía en qué año estaba, pero ahí estaba. A ver si en 2020 conseguimos aburrirnos un poco. No me refiero al tedio actual, sino a lo que viene siendo unos minutos de calma. Y menos argumentos para el carbón.