Cuando de políticos se trata, se puede ver de todo; lo mejor y, a menudo, lo peor. Se les ha visto, alpargata en mano, amenazando a exministros en comisiones parlamentarias. Se les ha visto en sus escaños acompañados de impresoras, urnas o camisetas variopintas para tratar de convencer a sus inamovibles opositores (suena bien, pero es broma) o para conseguir un titular bueno, bonito y barato del que sacar pecho. Se les han visto jugando a Candy Crush desde su sillón en la presidencia del Congreso. Se les ha visto dormir en sus poltronas con la babilla desparramándose por la comisura de sus labios y con la desfachatez de quien, además, se queja de la poca cuantía de sus dietas. En fin, en política parece que uno se puede esperar de todo.

Lo último que El Muro ha conocido, sin embargo, sobrepasa el terreno de lo anecdótico o de lo habitual, para rozar la perversión más obscena y peligrosa.

Supercibermontaje

Hemos sabido que, amparado por la cobardía y la mentira, alguien, que dice llamarse Marcos (@Kerubbin) y cuya imagen corresponde a un ciudadano desconocido que, naturalmente, no se llama Marcos, ha denunciado en su Twitter la existencia de una cuenta a nombre de un tal Marc Fradera, cuenta —asegura— creada ad hoc por el propio Rufián para alabarse y darse pábulo en la red. El tal Fradera (que sería el propio Rufián, según el tal Marcos-Kerubbin), habla del líder de ERC en sus tuits, como de "político noble, sereno, que dice verdades como puños". Incluso el propio Rufián (el de verdad), agasajado, le habría respondido dándole las gracias por algunos de esos mensajes acicaladores.

Fake to fake

Pero mira por donde, el señor Marcos-Kerubbin le da un giro de tuerca al asunto y nos informa de que todo es una pantomima, una treta del ácido líder independentista para afianzar y endulzar su imagen. Vamos, una treta creada para el autobombo de quien, vista su trayectoria y verborrea, no lo necesita porque, como ha explicado un conseller de su partido a El Muro, "Gabriel, eso —el autobombo—, ya lo lleva incorporado de serie".

Los amigos de onBRANDING, empresa que vela por la reputación online, nos informan de que todo lo anteriormente expuesto (pero todo, es todo) es un montaje. Un montaje para hundir la reputación de Gabriel Rufián. Se trata de un fake sobre otro fake, según la investigación de onBRANDING. Esta compañía de investigación, que de forma constante rastrea la red y, a menudo, monitoriza a celebrities (artistas, políticos, directivos, etc.), ha confirmado que, tras sus indagaciones cibernético-forenses, Marcos y Fradera son la misma persona.

Incluso que el tuit de agradecimiento de Rufián también es fake. Se ha de ser malo y retorcido, ¿no creen?

Terroríficas malas artes

El perverso Marcos-Marc es una persona cobarde, en tanto que se camufla y parapeta en identidades falsas. Un cobarde peligroso contratado o al servicio militante de aquellos que serían felices viendo a Rufián estampado contra la pared, con los pantalones caídos y una pistola en la nuca. ¡Qué miedo da todo!

Los juegos sucios son parte de la política (no es un discurso resignado, es una constatación objetiva), pero estas maniobras criminales demuestran que bajo la alfombra, en la trastienda, en los recovecos de las cloacas, la política experimenta nuevas pócimas venenosas para modular a la opinión pública. La cosa se gangrena.

Esta vez le ha tocado a Rufián; ¿la próxima?