Lo del 'pequeño Nicolás' es de traca pero, que se sepa, no ha matado a nadie ni por acción ni por omisión.
No podemos decir lo mismo del supuesto doctor en medicina, Jesús Jiménez Oliva, 21 años, con aparente número de colegiado, 13.950, detenido en Barcelona por los Mossos d'Esquadra, acusado de intrusismo profesional.
En la cárcel
El juez de instrucción número 5 de Martorell (Barcelona) le ha tomado declaración y ha ordenado su ingreso en prisión incondicional y sin fianza.
Jiménez Oliva es sospechoso de ser el autor, por acción o por omisión, de la muerte de José, un hombre de 80 y tantos, que el día 1 de abril, en pleno apogeo de la crisis del coronavirus, ingresó en el centro hospitalario de Martorell (Barcelona), aquejado de síntomas de la Covid-19. José murió una semana después.
Impostor
Jiménez Oliva firmó su certificado de defunción. Jesús Jiménez Oliva tiene 21 años y no es médico; ni siquiera, estudiante de medicina. Es un impostor caradura que engañó a los servicios de recursos humanos de Sanitas, primero; de Amazon, después; y del hospital de Martorell, más tarde, para colarse en las plantillas médicas, ejercer como facultativo, con acceso a pacientes, informes médicos reservados y a la modificación de pautas de medicación de las personas ingresadas. Y todo esto, con sólo 21 añitos.
Causa y efecto
José entró enfermo pero, enseguida, su evolución fue favorable. Respondía bien al tratamiento y así se lo hacía saber a su familia en las llamadas que mantenía con ellos a diario. El día 6 de abril, la cosa se giró. "Me han cambiado la medicación y me encuentro muy mal". Por la noche, el supuesto médico, Jiménez Oliva, llamaba a los familiares informando de la defunción del paciente.
La familia de José, personada como acusación particular en la causa a través del letrado, Borja Hernández, ha movilizado todos los recursos a su alcance para esclarecer los hechos.
El hospital se excusa
El hospital ha respondido ante el juez con tres versiones diferentes. Asumen que el impostor se les coló en una oferta pública de empleo, pero no quieren asumir ninguna responsabilidad en la defunción de José ni en las consecuencias o secuelas que quizá —probablemente— haya provocado, en otros pacientes, la actuación de este falso médico —un 'pequeño Nicolás' con bata blanca— que, sin tener título ni conocimiento científico alguno se ganó la confianza de unos pacientes convencidos de que estaban en buenas manos cuando, en realidad, estaban a merced de una estafador que jugó con su salud y con su vida por 2.000 euros al mes.