Curioso. Pocos días después de que el fiscal anticorrupción, Fernando Maldonado firmase un recurso que cuestionaba los fundamentos jurídicos de la llamada operación Volhov (un macro sumario en el que el juez de Instrucción número 1, Joaquín Aguirre, trata de relacionar a los servicios de inteligencia rusos con el llamado 'tsumani democrátic' y con la causa del procés), conocemos que el New York Times publica un amplio reportaje en el que, citando unas inconcretas pero grandilocuentes "fuentes de la inteligencia europea", viene a dar por buena la teoría del juez.

Recordemos que Aguirre plasmó en sus autos el contenido de algunas llamadas telefónicas entre supuestos "emisarios" de Puigdemont y supuestos miembros del gobierno ruso para enviar a Barcelona a 10.000 soldados de aquel país para luchar por la independencia de Catalunya.

Con esa hipótesis (Aguirre, en fase de instrucción parece que la elevó a tesis), se ordenaron diversas detenciones, entre ellas la de quien fue hombre de confianza del Artur Mas, David Madí, del exconseller de gobernación, Xavier Vendrell, y la de otros "emisarios" del expresident en "misión especial".

Una vez puestos a disposición judicial y tras un operativo de esos de película que tanto le gustan al juez, el fiscal –la única acusación, entonces personada-, no pidió ni prisión ni ninguna otra medida. El juez, pues, no pudo dictar medida cautelar alguna para ninguno de los detenidos. Todos quedaron libres.

Aguirre aceptó poco después la personación de Vox como acusación, reproduciendo el mismo patrón que llevara a cabo años atrás cuando incluyó al sindicato ultra, Manos Limpias, en el llamado caso Macedonia (un supuesto caso de corrupción policial que, tras 12 años de instrucción dirigida por Aguirre, todavía no ha llegado a juicio).

Ahora, casualmente, hemos sabido que el periódico norteamericano ha hecho un refrito con los datos que maneja su señoría después de meses de cuestionadas intervenciones telefónicas. Como suele pasar y en estricta aplicación del complejo de inferioridad que reina en este país, nos hemos apresurado a reproducir el contenido de este artículo en vez de escudriñar esos datos que no son otros que los que almacena el juzgado de instrucción número 1.

Puestos a elucubrar, bien podría ser el juez o la policía judicial que para él trabaja esa "fuente de la inteligencia europea". No lo sabemos. No queda claro. Pero sí parece evidente que se trata de un artículo encaminado a, primero, lesionar la reputación del Gobierno ruso que ya se sabe que estamos en plena guerra fría, y, en segundo lugar, a tratar de rescatar del ridículo una investigación judicial, el caso Volhov, dirigida por un controvertido juez.

Sigo pensando que dar pábulo a unos poco menos que autoproclamados "agentes de la inteligencia del procés", que dijeron tener atado y bien atado el apoyo militar rusos para la causa independentista, es que un ataque a la inteligencia, también a la inteligencia europea.

Hace poco tuve la oportunidad de hablar de ellos -de los emisarios- y de ello con el expresidente, Carles Puigdemont. Sensiblemente avergonzado, reconoció que amablemente echó a algunos de esos "emisarios" su despacho cuando le vinieron con esa milonga. Lo leerán en un futuro libro. Se va a llamar 'El Contragolpe'.