La memoria histórica no está solo para recordar los crímenes y quebrantos, sino también para honrar a las buenas personas que por no hacer honor con su ejemplo a los relatos interesados de nacionalistas de todo cuño quedaron sepultadas por la historia.

La Guardia Civil ha adquirido una relevancia peligrosa en un tiempo en el que es utilizada por los nacionalistas españoles para confrontar con los ciudadanos en Cataluña y que ha sido repudiada por ese motivo por procesistas y nacionalistas catalanes. El cuerpo militar creado en 1844 por Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada, ha tenido tiempo suficiente para tener en sus filas a miserables, pero también a héroes olvidados. Igual que el resto de España, la Guardia Civil fue una antes de la Guerra Civil y otra después tras la depuración de desafectos por la victoria fascista. Pasó de ser un órgano al servicio del poder constituido, como decía el general Aranguren, a ser un terrible cuerpo de represión política. Incidir en qué elementos de su historia poner el foco para ensalzar y cuáles para denostar es lo que separa una cultura de memoria democrática digna de una perversión histórica. Un mal habitual de todo nacionalismo.

El Parlament de la Generalitat aprobó el 26 de septiembre una moción que pedía la retirada del cuerpo de la Guardia Civil de Cataluña. Un simple repaso histórico les habría recordado que igual es una mala idea para los intereses de la Generalitat en caso de conflicto no tener a las brigadas de la benemérita en tierras catalanas para el mantenimiento del orden público. No hay mejor antídoto para el dogmatismo que el aprendizaje de la historia y el ejercicio de la memoria.

El 18 de julio de 1936 el golpe de estado fascista no triunfó en Barcelona gracias a números de la Guardia Civil. Y es un deber moral recordar a aquellos que se mantuvieron leales a la República y protegieron a los catalanes del bando franquista poniéndose a las órdenes de Lluís Companys. En julio de 1936 el general Antonio Escobar Huerta se encontraba al mando del Tercio Urbano de la 19ª Comandancia de la Guardia Civil que tenía como objetivo el mantenimiento del orden público cuando el General Manuel Godet intentó tomar la ciudad condal con varias unidades del ejército. El coronel Escobar, católico y conservador, se puso a las órdenes del mando del general José Aranguren para sacar las tropas a la calle y enfrentarse a los fascistas. Su participación fue decisiva y evitó que las hordas fascistas tomaran Barcelona en los primeros días de la guerra. El agradecimiento por su lealtad fue inmediato.

Lluís Companys se asomó al balcón de la Comisaría general de Orden Público en Vía Laietana y con la benemérita formada en la calle y el coronel Antonio Escobar Huerta con el bastón de mando en las manos ofreciendo su tercio a la Generalitat y la legalidad republicana. Tras conformarse esa imagen se escuchó un grito en boca del President: "Visca la República! Visca Catalunya! Visca la Guàrdia Civil!".

Este comportamiento ejemplar de Antonio Escobar Huerta le llevó a la muerte tras ser condenado por el régimen franquista por rebelión militar. El general Escobar, ascendido durante la guerra por la República, fue fusilado en los fosos del castillo de Montjuic en 1940. Su hijo intentó después de la apertura del Valle de los Caídos que el cuerpo de su padre descansara en el mausoleo por considerarlo un caído de la contienda. La negación de su petición es otra muestra de Cuelgamuros como lugar de reconciliación. Para los traidores a la rebelión no había descanso.

La memoria del general Antonio Escobar, un cargo todavía no reconocido por la democracia, ha sido sepultada en favor de una construcción nacionalista del cuerpo. En mayo de 2016 el ministro del Interior celebró los 75 años del Servicio de Información de la Guardia Civil, un órgano creado en el año 1941 con el objetivo fundamental de combatir a los guerrilleros republicanos en los montes (maquis) y que creó las terribles "contrapartidas", unas patrullas de la Guardia Civil que funcionaban haciéndose pasar por guerrilleros.

El día 12 de octubre además de celebrar la Fiesta Nacional de España se celebra la festividad de la patrona de la Guardia Civil. Sería un buen momento para recordar lo bueno que tuvo el cuerpo homenajeando al general Antonio Escobar Huerta, un hombre de ideas conservadoras que luchó por la República poniéndose a las órdenes de Lluís Companys para evitar con sus tropas de la benemérita que los fascistas tomaran Barcelona. Un mensaje de hermandad y no de enfrentamiento. No lo espero, el relato nacionalista necesita sepultar nombres como el de Escobar. Necesita confrontación, violencia, simbólica y real.

La Guardia Civil está favoreciendo el discurso del nacionalismo español difundiendo vídeos de sus actuaciones con mensajes de humillación. Con una comunicación institucional que filtra partes interesadas de un proceso en curso que alimenta la criminalización del independentismo acercándose de manera preocupante a los postulados políticos de la extrema derecha, favoreciendo el recuerdo del cuerpo criminal franquista con el "A por ellos". Que viva la Guardia Civil. Pero no esta que azuza el enfrentamiento, sino aquella que represente y honre los valores de Antonio Escobar Huerta y que hizo honor a su propia dignidad defendiendo la legalidad republicana contra los fascistas. ¡Viva!