Existen ocasiones en las que los argumentos que se dan para una medida o cambio legislativo dan más vergüenza que la propia medida. No hay manera de defender desde el punto de vista progresista que un gobierno con PSOE y Unidas Podemos, que mantiene vigente la ley Mordaza a un año de terminar la legislatura, se abra a revisar, y suavizar, el delito de malversación de caudales públicos. Pedro Sánchez llegó al gobierno con una moción de censura por un caso de corrupción del PP y Unidas Podemos se fraguó en las plazas al grito de "no hay pan para tanto chorizo". La pérdida absoluta de la inocencia, plantearse hacer más leve el delito de robar dinero público.

Uno de los argumentos que se están esgrimiendo de manera general para defender la necesidad de la revisión del delito es que no es lo mismo coger dinero público para lucrarse que para otros menesteres. Como si robar para ganar unas elecciones, financiar un partido o favores políticos no fuera igual de lesivo. Pablo Iglesias en el Ágora de Hora 25 justificó la revisión del delito diciendo que "todo el mundo entiende que no es lo mismo que Margallo robara para gastárselo en whisky, que robara para donárselo a Cáritas". No, no es lo mismo, pero es igual de grave. Robar es robar. Coger dinero público para dárselo a Cáritas ya está mal, porque si quieres donar lo coges de tu cuenta corriente y no de la que sale de los impuestos de los ciudadanos. Porque además, ese argumento sirve para que en vez de a Cáritas se puede donar a Hazte Oír y no dejaría de ser desvío de dinero público para su uso colectivo redireccionándolo por una decisión individual e interesada. Malversar es robar lo común para dar salida a un deseo individual fuera de los cauces democráticos y legales. No importa para qué se use. Jaume Asens y Margarita Robles defendieron las mismas posiciones. Aunque algunos en Unidas Podemos quieran dejar ahora solos a los que compartían posiciones a principios de semana. Todos estaban a una, aunque ahora quieran recular.

Gabriel Rufiánha ido más allá. El portavoz de ERC en el Congreso ha dejado claro que hay que revisar el delito de malversación solo para que se libren del mal uso del dinero público sus amigos y compañeros. Las condenas por sedición fueron una aberración jurídica y por eso es menester revisarlo, igual que era imprescindible el indulto para sacarlos de la cárcel. Pero el dinero público gastado en una decisión política personal a sabiendas de que era ilegal no puede quedar impune, porque los cargos públicos tienen que cumplir la ley de manera escrupulosa en lo que respecta a la gestión del dinero público. Si Carles Puigdemont se hizo fotos con las resoluciones judiciales que declaraban ilegal su referéndum y aún así gastó dinero público para hacerlo no puede quedar impune, porque eso supondría abrir la puerta a que cualquier político gastara el dinero sin control en cualquier capricho al margen de la ley.

El PSOE, por medio de Félix Bolaños, utilizó una entrevista en la Cadena Ser el lunes por la mañana, después de la movilización más masiva de la última década en defensa de la sanidad pública por la gestión de Isabel Díaz Ayuso, para darle un balón de oxígeno al PP de Madrid abriendo la puerta a la reforma del delito de malversación. La torpeza es infinita. Todos parecen haberse dado cuenta de la metida de pata hasta el corvejón e intentan dar marcha atrás de manera temporal a sabiendas que la reacción ha sido negativa de manera unánime. Pero más vale que lo olviden para siempre, porque si hay que hacer algo con el delito de malversación es ampliarlo para que casos como el del Hospital Zendal, la Ciudad de la Justicia o el aeropuerto de Castellón sean considerados delictivos.