Escuchar el himno de Mijalkov con lágrimas en los ojos antes de entrar en el Consejo de Ministros. Un tiempo que los nostálgicos no creeríamos vivir. Gracias al histrionismo de la derecha podemos sentirnos orgullos prosoviéticos sin miedo a sentir repudio. Pero bien orientado, porque en poco tiempo hemos visto una manera de ser soviéticos con alta estima y otra desubicada que está empezando a dar un poco de asquito, relacionada con la connivencia con Putin. Las medidas del Gobierno de coalición, que tienen como objetivo mejorar la vida de los más vulnerables que no pueden asumir un 10% de inflación sin caer en la pobreza, han sido valoradas con mesura y tacto fino como soviéticas o comunistas. Antonio Garamendi denominó la propuesta de Yolanda Díaz de acordar un tope a los productos básicos "planificación soviética".

Es todo un halago que la patronal califique de soviética una medida tan positiva en términos populares. No sé si son conscientes de que están alabando el concepto soviético vinculándolo a una medida que tiene como objetivo hacer más accesible la cesta de alimentos básicos a quienes están teniendo problemas para comer y llevar una alimentación decente y sana por la inaceptable subida de precios que se ha situado hasta tres veces por encima de la inflación. Aquí todas como Pepa Flores, ni guapas, ni simpáticas, ni buenecitas; prosoviéticas. La calificación de la patronal dota de un matiz positivo defender la planificación estatal y por lo tanto tenemos que agradecérselo para no tener complejos en enarbolarlo en tiempos en los que hay quienes se empeñan en avergonzarnos de la defensa soviética con analogías deshonrosas a la memoria y la inteligencia.

La contraofensiva ucraniana, habiendo recuperado en cinco días el territorio perdido ante Rusia en seis meses, ha dejado en una posición imposible y ridícula a partidos y propagandistas que habían defendido que la aportación de armas a Ucrania jamás cambiaría la correlación de fuerzas en la defensa de su territorio del invasor y que por lo tanto tenían que rendirse con un acuerdo, por muy humillante que fuera. Las posiciones en favor de la rendición de Ucrania trabajan para Putin y son indistinguibles de aquellas que defienden que Putin tiene derecho a invadir territorios ucranianos, porque operan en la misma dirección al tener los mismos resultados concretos: que la invasión imperialista de Rusia triunfe. Antiimperialistas nostálgicos del imperio soviético. De estos sí que sentimos vergüenza.

Los conversos son siempre los más agresivos en su posicionamientos y es normal que después de formar parte de un Gobierno que ha enviado armas a Israel para matar gazatíes y a Arabia Saudí para asediar a Yemen tengan que mostrarse los más antimilitaristas contra el envío de armas a Ucrania. Están curando sus heridas y expiando culpas. Pero a pesar de esta mácula no hay que renegar de la etiqueta soviética cuando lo que hace es ceñirse a todas las medidas que buscan ayudar a la ciudadanía que más difícil lo tiene. El Gobierno de coalición tiene asegurada cualquier etiqueta grandilocuente y despreciativa cuando se trata de asegurar las medidas concretas y materiales de la clase trabajadora, mejor que sea ambicioso.

El Gobierno de coalición tiene que huir de toda aquella posición simbólica que solo alimenta huestes insustanciales y centrarse en mantener el poder adquisitivo de la gente. Podemos ha comprendido, esta vez sí, que lo simbólico no da de comer. Podemos ha acertado poniendo en el debate público la necesidad de contener la subida de los tipos de interés en las hipotecas variables, que con las medidas del BCE va a encarecer de manera inmediata las hipotecas entre 120 y 300 euros. Un alza insostenible para quienes ya tienen problemas para mantener su nivel de vida con el aumento de los precios del combustible, la energía o los alimentos. La medida de Podemos de buscar la manera para controlar el tipo de interés máximo aplicable ha sido despreciada por el PSOE con el "es imposible" habitual que suele usar derecha y patronal y que acaba modulándose hasta buscarse la fórmula para hacerse posible. Podemos acertará siempre que sea soviético proponiendo y defendiendo medidas que busquen hacer más fácil la vida de la clase obrera y no perdiéndose en agendas simbólicas de parte.