Donald Trump es la sublimación del bufón político. Pero mantiene la comicidad que tienen los retratos de Heinrich Hoffmann, el histrionismo de Benito Mussolini o la voz ridícula de Francisco Franco. Pero no hay que perder la perspectiva, los más dramáticos periodos de nuestro tiempo se construyeron con personajes bufonescos. Actores históricos que vistos con distancia producen incredulidad sobre su capacidad, pero que fueron tremendamente eficaces en sus aptitudes destructoras.

La intervención de Donald Trump declarándose ganador y anunciando fraude sin haber acabado el recuento de votos es el detonante de la ruptura simbólica del pacto democrático por parte de un presidente de los EEUU. Un paso adelante cuando estaban al borde del abismo. Solo un personaje de la talla moral de Donald Trump aparece con un discurso que denuncia una derrota de facto antes de que se dirima una elección que todavía puede darle la victoria. Su miedo a ser perseguido penalmente por sus cuestiones fiscales le llevan a poner bajo arresto a la democracia de su país. Un planteamiento que tiene como objetivo activar su plan B para perpetuarse en el poder sin respetar el proceso electoral activando a sus perros de la guerra. A los chicos orgullosos del bufón.

"Proud Boys...den un paso atrás y estén preparados", afirmó Donald Trump en el debate con Joe Biden, una apelación en previsión precisamente de este momento. Los 'chicos orgullosos' son un grupo neofascista, una milicia armada que puede funcionar para el presidente como su 'Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional' fascista, los conocidos históricamente como camisas negras. Como analogía aberrante de nuestro tiempo, casi burla de la historia, estas milicias armadas se distinguen por llevar unos polos negros de Fred Perry con unas barras amarillas que la marca se ha visto obligada a retirar para que no la asocien con estos elementos violentos supremacistas. La formación a la que Trump le pidió dar un paso atrás y esperar hasta su orden está considerada un grupo de odio por la Southern Poverty Law Center. Pero son sus chicos.

Ese orgullo supremacista y de exaltación a la masculinidad zaherida no se da solo en tierras americanas. En España existe una corriente de simpatía por la figura de Donald Trump que se produce en torno a VOX y que sienten la misma estima ante el bufón republicano. Una aspiración política de imitación que se da no solo en las formas políticas, sino en el seguidismo acrítico y violento de sus seguidores. Los mensajes en los que el fundador de los Proud Boys, Gavin Mcinnes, denunciaba una guerra contra la masculinidad y clamaba por la violencia contra la izquierda se replican en los foros voxeros. Una propuesta violenta que enardecerán si Trump revalida la victoria o mantiene el poder mediante tácticas fraudulentas. Se sentirán legitimados.

De Trump a Logroño existe una corriente de confirmación de la violencia como vía posibilista de la consecución del poder. En VOX buscan sus chicos orgullosos, unas milicias que actúen por su cuenta y separados del partido para crear unas condiciones políticas y sociales que les permita sacar rédito político. Tantean, coquetean con convocar esas protestas y desmarcarse cuando se desmadran, pero quieren sus propios camisas negras.