Jacaré es el mote de un luchador de MMA que colabora de manera puntual para Daniel Esteve en Desokupa. El luchador malagueño tiene el cuerpo tatuado de manera íntegra y en uno de sus brazos lleva un tatuaje de una corona de laurel con una inscripción en italiano: "Molto nemici, molto onore". La proclama proviene del imperio romano y fue adoptado como lema fascista por los seguidores de Benito Mussolini que lo incluyen en numerosos productos de merchandising y propaganda del Duce en referencia a la utilización, no confirmada, de la proclama en un discurso en 1932 por parte del líder de los fascistas. La frase, bien escrita en italiano, se dice "Molti nemici, molto onore" y significa muchos enemigos, mucho honor. No saber escribirte correctamente en la piel un lema fascista, que supuestamente representa tu ideología, es solo un detalle que ayuda a conocer la inmensa capacidad intelectual de los especímenes que fueron a Barcelona jaleados por infinidad de medios de extremo centro para ir a una manifestación contra Ada Colau con la excusa del problema inventado de la ocupación de viviendas.

El fascismo es el último recurso y más violento de los defensores de la propiedad privada. La cooperación del fascismo con el sistema de orden es un tópico histórico conformado con dos brazos. El primero, el institucional para dar apoyo a los conservadores, o bien sustituirlos en el poder, alejando cualquier posibilidad de gobierno para las opciones marxistas que pusieran en cuestión los bienes privados. El segundo, los paramilitares y violentos en la calle que operaban alimentando el terror como vanguardia violenta. Desde los camisas pardas a los camisas negras, pasando por hormonados rapados en la actualidad.

El fascismo y el nazismo siempre fueron garantes de la propiedad privada y jamás cuestionaron el libre desempeño de las empresas nacionales. El discurso de Adolf Hitler en el Club de la Industria de Düsseldorf en enero de 1932 ante 650 empresarios y hombres de negocio marcó el inicio de la cooperación entre industria y nazismo que fue tan fructífera en los años posteriores. En ese discurso el jerarca nazi expresó ante el gran empresariado alemán que el problema fundamental de la nación era la existencia del marxismo e insistió en su convencimiento de la importancia de la propiedad privada. Una firmeza en la defensa de la propiedad privada que le llevó a enfrentarse a Goebbels y Strasser cuando pidieron la expropiación de las propiedades de los príncipes alemanes que eran grandes terratenientes tras la revolución de 1918. La idea fue condenada por Adolf Hitler por atentar contra la propiedad privada. El poder económico que tiene como valor fundamental la protección de los bienes patrimoniales siempre tendrá como aliado cualquier expresión del fascismo institucional o violento.

Las empresas de desokupación son un mecanismo de tensión, presión y amenaza al margen de los únicos autorizados para utilizar el uso de la fuerza y que tiene como finalidad enseñar a los adversarios que llegado el momento estarán dispuestos a usar la violencia si fuera menester, sobre todo si la propiedad privada se pone en cuestión. Es ahí donde entra la lucha contra la ocupación, ya sea real o inventada, porque es un aviso a navegantes. El rally de inicio de campaña en Bonanova (Barcelona) donde una recua de filonazis gritaron "Puta Ada Colau" mientras algunos olvidaban la recomendación de ocultar sus querencias fascistas haciendo el saludo romano se enmarca en esa strategia della tensione.

Los camisas negras sirven al poder, siempre sirven al orden. Esa utilidad sistémica a las élites, de perros guardianes de los oligarcas, es la que les proporciona tanta visibilidad. Si consiguen enfrentarse a los enemigos de la propiedad privada son aceptados y utilizados por los dirigentes de partidos y medios que consideran que Usera es Chinatown. Son utilizados ahora, y lo fueron en los momentos más negros de nuestra historia. En Franquismo S.A recordé la historia de los caballistas negros de la burguesía andaluza. Una tropa de jinetes que salían al campo andaluz a acabar con los jornaleros republicanos que habían cuestionado la propiedad de los caciques y señoritos andaluces en el campo con la petición de la reforma agraria: "en el periódico La Voz del 3 de septiembre de 1936 se contaba cómo estos latifundistas y aspirantes a serlo se reunían por las tardes en el Casino de Labradores de Córdoba y en los cafés y círculos de la calle Sierpes de Sevilla para, entre vinos, alardear de sus cazas de campesinos. Entre risotadas y chistes macabros contaban cómo acabaron a cañón tocante con más de veinte labradores acabando con una frase lapidaria: 'Querían la Reforma Agraria. Ya la tienen'".

Esa es la labor fundamental de empresas dedicadas a la desokupación, de los camisas negras fascistas o de los caballistas negros de la burguesía; proteger la propiedad privada y los intereses económicos de una minoría utilizando la coacción, la amenaza o la violencia dependiendo de la fase de la historia en la que nos encontremos. Si al poder les sirven los usarán, aunque oculten sus tatuajes o los escriban mal.