Dicen de ella que es aplicada, estudiosa desde pequeña, buena fontanera en lo suyo. Nacida en un entorno rural, también dicen que la dureza del escenario de su infancia le hizo hincar los codos y brillar en las notas. Que es Licenciada en Ciencias Económicas, posgrado en Economía y Finanzas y Máster en Evaluación Sanitaria y Acceso al Mercado.
Dicen más cosas. Que odia las estridencias y la mala educación, que pasó por el sector privado hasta que el Partido Socialista de Madrid se fijó en ella y el entonces candidato Ángel Gabilondo la incluyó en las listas de las elecciones de 2015 como independiente. Que, una vez elegida diputada en la Asamblea de Madrid, se las tuvo que ver con Cristina Cifuentes para debatir con ella sobre los presupuestos regionales. Que se documenta hasta el tuétano, ya sea para ella o para alguno de sus compañeros. "Trabajadora incombustible", "ayudadora oficial", "antítesis de la soberbia", dice de ella Carla Antonelli, una de las amigas que forjó durante su estancia en Vallecas.
Todo eso dicen de Reyes Maroto, actual ministra de Industria, Comercio y Turismo, una mujer que había pasado por nuestras vidas prácticamente de puntillas. Hasta que posó ante las cámaras durante la última campaña electoral a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Con la mascarilla puesta y con un cuchillo enorme metido en un sobre.
Fueron días de objetos punzantes y sangres falsas que recibieron algunos candidatos. Fue la imagen con la que la conocieron algunos, la imagen de la que se burlaron otros.
El PSM -o más bien el dedo presidencial- ha decidido que es ella, "una chica de Valladolid que ha estudiado en Salamanca", la candidata a las próximas elecciones municipales en Madrid.
Nos lo ha dicho un día después de lamultitudinaria manifestación en defensa de la sanidad pública. Nos lo ha dicho con un vídeo un poco amateur en el que se preguntan "¿Quién es Reyes?" con varias personas aún más desconocidas que ella contándonos como es. Con la propia Maroto invitándonos a acompañarla "a este viaje" (a ninguna parte, me temo).
Pasan muchas cosas, y quizá pocas son buenas. Que la alcaldía de Madrid para el PSOE ya es objeto de risas en las hemerotecas, en los cenáculos con o sin puro que tanto teme el presidente del Gobierno, para bochorno para las fontaneras de verdad que llevan años ahí batiéndose el cobre en Cibeles.
La candidata nace desgastada y eso que pocos saben quién es. Además, han decidido que será ministra hasta el mes de abril. Que como dice en su cuenta de Twitter Guillermo Zapata, exconcejal del Ayuntamiento de Madrid, parece que para los socialistas la campaña consiste en "dos debates, un mitín, un video apañao y cruzar los dedos".
Quizá la culpa sea nuestra. De nuestras expectativas, de lo que concebimos hoy como política. Golpes, demagogia, viralidad, anécdotas memorables, besos a animales, bailes agarraos, algún espontáneo que nos saque del argumentario. Y Maroto va a darnos poco de todo eso. Y si lo hace, la notaremos forzada. Como cuando salió con aquella faca manchada, con una especie de risa nerviosa.
Y que, presidente, no se puede bendecir a alguien a quien Jiménez Losantos bautizó como 'Navajita plateá'. Que no aprendemos, Pedro.