La capacidad de la vacuna del neumococo para prevenir infecciones graves, como la neumonía o la enfermedad neumocócica invasora, supone no solo un escudo de protección individual, sino también un importante ahorro económico para los recursos públicos. Sin embargo, pese a todas las evidencias que avalan su efectividad, la cobertura vacunal continúa siendo insuficiente; poco más del 40% de las personas mayores de 65 años en España se ha inmunizado, una cifra que preocupa a los expertos.
La bacteria del neumococo
El neumococo es una bacteria compleja y diversa; no se trata de un único microorganismo, sino de 107 serotipos distintos identificados. Algunos de ellos provocan infecciones relativamente leves, como otitis, y otros pueden desencadenar meningitis, neumonía o una enfermedad neumocócica invasora que deriva en una infección generalizada potencialmente mortal. De esos 107 serotipos, alrededor de una veintena son los más habituales en la población, y son precisamente los que incluyen las vacunas recomendadas por el Ministerio de Sanidad a partir de los 65 años, según el calendario vacunal a lo largo de la vida.
La neumonía destaca como una de las patologías más frecuentes asociadas al neumococo. Es, de hecho, la principal causa de muerte por infección en España, donde cada año fallecen cerca de 11.000 personas debido a esta enfermedad. Para el catedrático en Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, Ángel Gil, no se trata solo de una enfermedad extendida, sino de una amenaza real para la salud pública. Además, la neumonía deja a menudo secuelas importantes, según recuerda Pilar Arrazola, jefa de Medicina Preventiva del Hospital 12 de Octubre, la pérdida de calidad de vida tras una infección neumocócica puede ser considerable, especialmente en personas mayores de 60 años, uno de los colectivos más vulnerables.
Los potenciales grupos de riesgo
Junto a los mayores, existen otros grupos de riesgo que requieren especial atención. Los niños menores de cinco años fueron, en su momento, los primeros beneficiarios de los programas de vacunación, ya que su sistema inmune aún inmaduro los hace especialmente susceptibles. También son especialmente vulnerables las personas con enfermedades que comprometen sus defensas y los pacientes con patologías crónicas, como la diabetes, que multiplica casi por cuatro el riesgo de infección. Incluso ciertos hábitos como el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol aumentan significativamente las probabilidades de desarrollar una enfermedad neumocócica grave.
El impacto del neumococo no se limita únicamente a la salud, sino que también afecta directamente a la sostenibilidad del sistema sanitario. David Cantarero, responsable del Departamento de Economía Pública y Salud de la Universidad de Cantabria, destaca que esta bacteria genera una presión asistencial muy elevada, con 141 hospitalizaciones por cada 100.000 habitantes. Cada caso, además, tiene un coste considerable: atender a un paciente en el ámbito ambulatorio puede superar los 500 euros; si requiere hospitalización, la cifra asciende a unos 4.000 euros; y si la situación se complica y necesita ingresar en una UCI, el coste puede elevarse hasta los 7.000 euros. Todo ello convierte a la enfermedad neumocócica en una de las infecciones de mayor impacto económico para el sistema de salud, un problema que podría reducirse de forma notable si aumentaran las tasas de vacunación.
Lo que recomiendan los especialistas
Durante la jornada, todos los especialistas coincidieron en que la prevención es el camino imprescindible para garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario. No se trata únicamente de curar la enfermedad cuando aparece, sino de evitar que llegue a desarrollarse. Vacunarse, insistieron, no es solo una decisión individual, sino una responsabilidad colectiva que tiene repercusiones directas en la salud pública. Sin embargo, todavía queda un obstáculo importante; mejorar cómo se comunica a la población la importancia de la vacuna.
El neumococo sigue siendo una amenaza silenciosa pero prevenible. Contamos con las herramientas necesarias para proteger a la población y reducir de forma considerable su impacto sanitario y económico. Ahora, el desafío es aumentar la concienciación, mejorar la comunicación y hacer de la vacunación un compromiso firme y consciente por parte de toda la sociedad.