Un estudio mundial presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Trasplante de Órganos (ESOT) 2021 afirma que el número de trasplantes realizados durante la primera ola del coronavirus de 2020 cayó un 31% con respecto al año anterior.

Esto ha supuesto que los pacientes pierdan más de 48.000 años de vida. Para realizar el estudio se analizaron los trasplantes de 22 países distribuidos en cuatro continentes diferentes y se apreció una caída de la actividad de trasplantes de hasta un 90% en ciertos países.

El trasplante de riñón sufrió la mayor caída en casi todos los países; en este sentido, el trasplante de riñón de donante vivo cayó un 40%, y el de hígado disminuyó un 33%. En los trasplantes de donante fallecido, los de riñón cayeron un 12%; los de hígado, un 9%; los de pulmón, un 17%; y los de corazón, un 5%.

De este modo, la primera oleada de Covid-19 afectó sustancialmente al número de trasplantes realizados, de manera que las listas de espera de los pacientes se vieron afectadas, y muchos de ellos llegaron a perder la vida.

Además, el trasplante de donante vivo necesita más recursos y planificación que el trasplante de donante fallecido, algo que, en una pandemia donde los recursos se agotan y el personal se redistribuye, resulta muy complicado.

En cuanto a los años de vida perdidos, los pacientes en lista de espera de un riñón perdieron 37.664; los pacientes de hígado perdieron 7.370; los pacientes de pulmón, 1.799; y los pacientes de corazón, 1.406.

La posibilidad de comprender cómo unos países y otros respondieron a los retos de la pandemia puede facilitar la preparación mundial de cara a la misma, así como la manera de conseguir mantener los programas de trasplantes de forma segura.