En ese sentido, los avances en las técnicas de imagen han resultado fundamentales para alcanzar las cifras de supervivencia a las que se ha llegado, ya que permiten un mejor diagnóstico, elección del tratamiento y seguimiento de los pacientes.
El diagnóstico inicial generalmente es radiológico, ha apuntado el jefe de Servicio de Oncohematología y Trasplante Hematopoyético del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, Luis Madero, lo que permite una caracterización muy importante en los tumores pediátricos, "sobre todo en los tumores como linfomas o neuroblastomas", los más comunes en niños.
Una vez detectado el tumor, la resonancia magnética es la técnica más adecuada y utilizada para clasificar si el tumor es bueno o malo.
Otra de las características para decantarse por la resonancia magnética es que es la que más detalles aporta sobre la anatomía del tumor, su desarrollo y la que más información aporta a los médicos para que dedican cuál es el mejor tratamiento en cada caso.