La Esclerosis Múltiple es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario del cuerpo ataca y destruye las vainas aislantes que, comúnmente, ayudan a acelerar la señalización en las vías nerviosas dentro del cerebro y en todo el cuerpo. Además, ataca a los nervios del cerebro y la médula espinal, hasta acabar paralizando a muchos pacientes.

En el estudio, más de 900 pacientes recibieron un medicamento inyectable llamado ofatumumab durante alrededor de año y medio. Los resultados fueron muy positivos, pues redujo significativamente la nueva inflamación, ayudó a tener menos recaídas clínicas y eventos de progresión. Mientras que en el segundo año de tratamiento, casi nueve de cada diez de los pacientes no mostraron signos de actividad de la enfermedad.

Por otro lado, en torno al 10% de los casos de Esclerosis Múltiple se diagnostican como esclerosis múltiple progresiva primaria (EMPP), y se descubrió que el ocrelizumab reduce la progresión de la capacidad clínica en un 25% más o menos.

Aunque ambos fármacos son anticuerpos, se dirigen a diferentes sitios en la misma molécula, llamada CD20, que se encuentra casi exclusivamente en las células B, reduciendo así las poblaciones de células B inflamatorias del torrente sanguíneo.

Además de las terapias anti-CD20, actualmente también se están explorando otros enfoques para eliminar las células B culpables en la esclerosis múltiple.