Se trata de un pequeño dispositivo, del tamaño de una píldora, capaz de suministrar las moléculas que ejercerían la posterior inmunización. Su procedimiento es muy sencillo: los pacientes se introducen la cápsula dentro de la boca, contra el interior de su mejilla, donde libera un chorro dirigido directamente a esta zona, repleta de células inmunitarias, pero subutilizada en inmunología debido al reto de penetrar eficazmente en la espesa capa mucosa.

El equipo de expertos ha demostrado, tanto en experimentos de laboratorio como en animales (conejos), que la técnica puede suministrar una corriente presurizada de moléculas líquidas y activadoras del sistema inmune, capaz de penetrar en la capa mucosa y estimular una respuesta inmunitaria en la región bucal, lugar por donde muchas infecciones entran al cuerpo.

Este disapositivo, todavía, no ha sido probado en personas pero, supone un importante paso hacia una administración oral más eficaz que las vacunas. Los autores esperan que pueda estar disponible dentro de 5 a 10 años.