El proyecto para el diagnóstico de casos de autismo se basa en el estudio de las condiciones físicas de los pequeños, gracias a unas gafas de Eye Tracking, que permiten seguir la mirada de los menores en todo momento. A esto se le añade una pulsera que mide la sudoración de la piel, para establecer las respuestas electro-dermales.

El proceso se desarrolla en una habitación con un sistema de proyección en tres dimensiones sobre las paredes, para establecer la estimulación visual, auditiva y olfativa de una situación determinada. Con ello se logran analizar las respuestas de los menores, así como sus niveles de ansiedad o miedo, en todo tipo de situaciones.

El objetivo de este método es efectuar un diagnóstico de todos los tipos de TEA a los 12 meses del nacimiento. Una meta que pretende adelantar de forma significativa un diagnóstico que, en España, dependiendo de la Comunidad Autónoma, se sitúa en torno a los 3 y a los 5 años.

Entre los lugares que reproduce este T-Room se encuentran un centro comercial y una sala de cine. Estos dos escenarios suelen ser evitados por las personas con Trastornos del Espectro Autista, en el primer caso, por el bullicio; y en el segundo, por tratarse de un sitio oscuro y cerrado.

Esta forma de detectar casos de autismo de forma temprana ha sido muy aplaudida, ya que permite evaluar cada caso de forma individual y huye así del encasillamiento sobre los TAE en que caen otras terapias con similar intención.