La investigación, liderada por la profesora de Salud Global en Harvard (Estados Unidos), Margaret E. Kruk y publicada en la revista 'The Lancet', destaca que del total de los fallecimientos atribuibles a la atención sanitaria, 3,6 millones fueron debidos a la no utilización de los servicios sanitarios y 5 millones a la mala calidad de la atención médica recibida.

En este punto, según los resultados, Europa Central y América Latina tuvieron el porcentaje más alto de mortalidad por la mala calidad de la atención sanitaria prestada, mientras que en África subsahariana el mayor porcentaje de muertes se produjo por el no uso de los servicios sanitarios.

Tal y como refleja el informe, la mala calidad de la atención sanitaria provocó más fallecimientos que no usar los servicios sanitarios en 14 de las 17 regiones analizadas y en 115 de los 137 países analizados.

De hecho, la mala calidad asistencial fue un importante factor de mortalidad en todas las enfermedades, incluido el 84 % de la mortalidad cardiovascular; 81 % de las enfermedades prevenibles por vacunación; 61 % de las condiciones neonatales; y la mitad de las muertes por causas maternas, lesiones en el camino, tuberculosis, VIH y otras enfermedades infecciosas.

El modelo muestra que si los países de bajos ingresos financian solo la atención menos avanzada, los servicios de mala calidad representarán casi dos tercios de la muerte. Evitar los fallecimientos por cáncer, defectos congénitos, salud mental y afecciones respiratorias crónicas requerirá grandes esfuerzos para aumentar el uso de los servicios, junto con una mejor calidad.

Para los autores del estudio, las cifras pueden proporcionar información sobre las posibles direcciones de política para los países.