Con motivo de la conmemoración del Día Mundial del Cáncer de Ovario se ha recordado la gravedad de esta patología, con la tasa de mortalidad más elevada entre pacientes ginecológicas, debido, en parte, a casos de desnutrición. Este tipo tumoral suele detectarse en fases muy avanzadas, lo que explica las dificultades de los profesionales sanitarios a la hora de combatir la enfermedad.

Además, entre sus síntomas pueden diagnosticarse la pérdida excesiva de peso, la falta de apetito o sensación de plenitud abdominal tras comer. Esto supone que desciendan las defensas de las mujeres que desarrollan este tipo de cáncer, de manera que la enfermedad podría volverse mucho más agresiva.

Por otra parte, a estos síntomas iniciales también se les pueden sumar otros como náuseas, vómitos o diarreas, que aumentan la malnutrición de las pacientes; y que, a su vez, al comenzar los tratamientos antitumorales ven multiplicados estos efectos perjudiciales.

De esta forma, los expertos recomiendan elaborar seguimientos nutricionales en todo momento. Así, desde la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) recuerdan la vital importancia de combinar las terapias oncológicas como cirugías o quimioterapia con soportes nutricionales adecuados.

A través de este tipo de tratamientos, destacan desde la asociación, sería posible mejorar las condiciones de las pacientes, de forma que se reduciría su estancia hospitalaria y el riesgo de complicaciones tras el postoperatorio. Para ello es recomendable llevar a cabo un cribado nutricional rutinario en distintas fases, comenzando con una evaluación de la condición de las pacientes en el momento del primer diagnóstico de cáncer de ovario.