Más de 800.000 personas padecen actualmente deterioro cognitivo o demencia en España, una cifra que podría duplicarse para el año 2050 si no se actúa de forma preventiva y estructural. Así lo recoge el estudio “Deterioro cognitivo y demencia en mayores: situación en España”, publicado por la Fundación de Ciencias de la Salud (FCS), que analiza la situación actual de estas patologías, su impacto y los retos pendientes en el sistema sanitario español.

Según el informe, la enfermedad de Alzheimer es la forma más prevalente de demencia, representando entre el 70 y el 77 % de los casos. Le siguen otras afecciones como la demencia vascular, la demencia con cuerpos de Lewy y las demencias frontotemporales. El riesgo aumenta con la edad: afecta al 1 % de las personas entre 65 y 69 años, pero alcanza al 40 % de los mayores de 90 años.

Prevención y hábitos saludables, claves frente a la demencia

El doctor José Antonio Serra Rexach, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y coautor del estudio, destaca que hasta el 40 % de los casos podrían prevenirse actuando sobre factores modificables. Subraya la importancia de un estilo de vida saludable: una dieta equilibrada, ejercicio físico regular y estimulación cognitiva son fundamentales para preservar la salud cerebral.

“El envejecimiento no es sinónimo de deterioro cognitivo. Podemos hacer mucho para prevenirlo si promovemos entornos y hábitos saludables desde etapas tempranas de la vida”, afirma el geriatra.

Un diagnóstico tardío que dificulta la atención

Uno de los problemas más señalados en el estudio es el retraso en el diagnóstico. Desde la aparición de los primeros síntomas hasta la confirmación médica, pueden pasar más de 28 meses, lo que retrasa la intervención y genera incertidumbre en pacientes y familias.

El neurólogo Ángel Berbel García, coautor del estudio y miembro del Grupo de Estudio de Neurofarmacología de la Sociedad Española de Neurología (SEN), afirma que un diagnóstico precoz es esencial no solo para iniciar tratamientos, sino también para planificar el futuro del paciente y de su entorno familiar. “Mejorar el acceso a pruebas diagnósticas y reducir los tiempos de espera es clave para una atención eficaz y centrada en la persona”, recalca.

Desigualdades territoriales y falta de recursos

El informe también denuncia profundas desigualdades en el acceso a la atención especializada. Mientras algunas regiones disponen de unidades de memoria multidisciplinares, otras carecen casi por completo de recursos específicos. Esto se traduce en una atención fragmentada y desigual, que impacta directamente en la calidad de vida de los pacientes.

Para paliar esta situación, los expertos proponen “un modelo homogéneo y accesible que garantice una atención integral desde el diagnóstico hasta las fases más avanzadas de la enfermedad”, con profesionales formados y recursos adaptados a las necesidades de cada comunidad autónoma.

El papel invisible pero vital del cuidador

La mayoría de las personas con deterioro cognitivo vive en su domicilio, gracias al cuidado constante de familiares, principalmente mujeres, que asumen un rol imprescindible aunque a menudo invisibilizado. Según Elena Jiménez Gómez, psicóloga de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Segovia (AFA Segovia), la carga emocional y física del cuidado incrementa a medida que progresa la enfermedad, lo que genera un fuerte impacto en la salud y bienestar de las familias.

Las AFAs desempeñan un papel clave ofreciendo información, orientación y apoyo continuo a lo largo del proceso de la enfermedad. Estas entidades ayudan a las familias a comprender mejor la evolución del deterioro cognitivo, a tomar decisiones y a aliviar el desgaste emocional de los cuidadores.

El estudio de la FCS concluye que el deterioro cognitivo y la demencia representan uno de los mayores desafíos de salud pública en España. La prevención mediante hábitos saludables, el diagnóstico precoz, la equidad territorial en los recursos y el reconocimiento del papel de las familias cuidadoras son pilares clave para afrontar este reto.

Sin una estrategia nacional sólida y coordinada, advierten los expertos, el sistema sanitario podría no estar preparado para atender el fuerte aumento de casos previsto en las próximas décadas.