Un nuevo estudio probado en ratones y publicado en la revista Nature Neuroscience, en el que se ha experimentado sugiere que los alimentos salados desencadenan una respuesta inmune inflamatoria que priva al cerebro de oxígeno y daña las neuronas, lo que provoca problemas conductuales y mentales.

Es importante destacar que estos efectos se revirtieron al volver a una dieta normal, evidenciando que un cambio en el estilo de vida realmente funciona.

El equipo de expertos alimentó a los ratones con una dieta alta en sal y descubrió que "después de unos tres meses, los ratones se volvieron dementes". Los roedores habían sufrido una disfunción en las células endoteliales que recubren los vasos sanguíneos y una reducción en el flujo sanguíneo al cerebro. "Los ratones son muy curiosos y les gusta buscar cosas nuevas, y con el tiempo perdieron la capacidad de identificar un objeto normal", explica el doctor.

La investigación sugiere que los humanos experimentarían una respuesta similar. Sin embargo, la disminución podría no ser tan agresiva como se dio en los ratones, a quienes se les dieron niveles extremadamente altos de sal.