El nuevo fármaco se une de manera selectiva al receptor beta de la hormona tiroidea, TR-beta, lo que permite controlar los niveles de lípidos. El hallazgo lo han publicado en 'Communications Medicine' y sugiere que este fármaco es un tratamiento eficaz para la dislipidemia.
La dislipidemia son anomalías en los niveles de los lípidos en sangre y, en caso de padecerla, genera un mayor riesgo de padecer un accidente cerebrovascular, ataque cardiaco y dolor de pecho. Además, muchas de las personas que padecen de sobrepeso es por un problema en el nivel de lípidos, siendo el sobrepeso una afección que afecta a 1 de cada 10 personas.
La prueba de los fármacos se realizó en ratones que, tras suministrarles el ZTA-261, presentaron una disminución de lípidos tanto en hígado como en sangre. A su vez pudieron comprobar que los efectos secundarios eran mucho menores en huesos, corazón e hígado.
Cada vez hay más interés en crear tratamientos como este que aprovechan las hormonas tiroideas que se pueden unir a dos tipos de receptores, el alfa (TR-alfa) presente en corazón, cerebro y músculos, y la beta (TR-beta) presente en hígado y glándula pituitaria. Pero conseguir esto no es tan fácil por los efectos secundarios que presentan las hormonas tiroideas.
TR-Alfa vs TR-Beta
Tanto TR-Alfa como TR-Beta cuentan con efectos secundarios. TR-Alfa regula las funciones cardiovasculares, pero unos niveles excesivos de esta hormona genera efectos adversos como la pérdida de masa muscular, la pérdida de masa ósea o el agrandamiento de corazón, mientras que TR-Beta no tiene efectos secundarios tan graves como TR-Alfa, es por ello que se ha vuelto el objetivo para tratar trastornos metabólicos.
El principal problema es la selectividad, porque tratamientos comunes como la hormona tiroidea natural T3 no selecciona entre receptores alfa o beta, por lo que no se pueden evitar esos efectos secundarios que causa el T-Alfa. Este problema es precisamente el que querían solventar con la creación del fármaco ZTA-261, que es un derivado de la hormona tiroidea con una estructura similar y que sí tiene selectividad hacia TR-Beta, una selectividad que es cien veces mayor a TR-Beta que a TR-Alfa.
También compararon con otros fármacos la diferencia en la selectividad, como el GC-1 que es también un derivado de la hormona tiroidea, la diferencia en afinidad entre ambas fue de 20, lo cual implica mayor selectividad en ZTA-261,
Otra prueba que ha pasado el fármaco es la de la toxicidad, porque muchos ensayos clínicos se han tenido que parar por su toxicidad para el hígado por lo que tuvieron que comprobar la posible toxicidad hepática, pero se demostró que el fármaco es seguro. Pese a todo todavía se necesitan más ensayos, incluidos los ensayos en humanos, para poder usarlo clínicamente.