Unos resultados que se presentarán en el 72º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), que se celebrará de forma virtual del 14 al 16 de octubre, afirman que la Covid-19 persistente afecta de forma distinta a los hombres y las mujeres.

En este sentido, las mujeres entre los 50 y los 60 años la sufren con mayor frecuencia, mientras que los hombres permanecen más tiempo ingresados en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), y presentan más lesiones faringo-laríngeas y patologías degulatorias.

La Covid-19 persistente consiste en la permanencia de síntomas tras haber pasado una infección aguda por SARS-CoV-2 durante más de 4-12 semanas después de que aparecieran los primeros síntomas, y se da en un 10% o 20% de los casos.

Según un estudio reciente, los síntomas más frecuentes son fatiga (52%), dolor (48%) y alteraciones del sueño (47%), pero también se registró deterioro neurocognitivo (36%) y pérdida de olfato y del gusto (28%).

Otro estudio publicado en la revista Nature evidenció que las mujeres entre los 50 y los 60 años sufrían con mayor frecuencia la Covid-19 persistente, probablemente debido a las hormonas sexuales y su actividad inmunomoduladora.

Además, la respuesta inmunológica de las mujeres, tanto innata como adquirida, es más fuerte que la de los hombres, donde los genes y las hormonas están involucrados en dicha diferencia, lo que contribuye a que el género sea un factor determinante sobre cómo inciden ciertas enfermedades en el organismo.

Además, se han detectado casos de pacientes de Covid-19 persistente con disfonía presentados como fatiga vocal, sin una causa orgánica, más allá de la falta de cierre glótico en fonación. Del mismo modo, la disfagia (dificultad para tragar) asociada a la Covid-19, constituye un importante síntoma.

La Covid-19 persistente presenta síntomas relacionados con la otorrinolaringología como la lengua anormal, pérdida de olfato y del gusto, acúfenos, disfagia... Las alteraciones del olfato son uno de los síntomas más prevalentes y de los que generan mayor discapacidad y alteración de la vida.

Para ello, el tratamiento fundamental es el entrenamiento del olfato durante al menos seis meses. Además, un problema añadido es la parosmia, un trastorno del olfato que produce distorsión en la percepción normal de los olores, llegando a no poder tolerarlos.