El grupo de científicos ha tomado como referencia estudios previos que vinculan la función cerebral con las bacterias intestinales para analizar un modelo modificado de lombrices con Parkinson.

En el cerebro de una persona con esta enfermedad, la proteína alfa-sinucleína se pliega mal y se acumula. Esto provoca la formación de grupos tóxicos asociados con la muerte de células nerviosas responsables de producir dopamina, un químico que coordina el movimiento. Además, la pérdida de estas células deriva en temblores y lentitud de movimiento, algunos de los síntomas motores del Parkinson.

Para realizar la investigación, el equipo trabajó con gusanos alterados capaces de producir la versión humana de alfa-sinucleíca que crean los grupos. Los alimentaron durante un periodo de tiempo con varios tipos de probióticos de venta libre, y observaron si las bacterias podían afectar a la formación de grupos tóxicos.

Con este análisis, encontraron un probiótico llamado 'Bacillus subtilis' que tenía un notable efecto protector contra la acumulación de dicha proteína y que también eliminó algunos de los grupos ya formados. De tal forma, se pudo observar una mejora significativa en la capacidad de movimiento de los gusanos.

Esta bacteria, también es capaz de prevenir la formación de grupos tóxicos de alfa-sinucleína; al producir químicos que cambian la forma en la que las enzimas en las células procesan grasas específicas llamadas esfingolípidos.

Tras los resultados del nuevo estudio se abre el camino a nuevos trabajos para evaluar la forma en que suplementos, como los probióticos, afectan al Parkinson.

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