Dos clases semanales, aproximadamente, pueden reducir el cansancio y mejorar la función urinaria y sexual de los aquellas personas que padecen cáncer de próstata, lo que también repercute en su bienestar social y emocional.

Para llegar a esta conclusión, todos los pacientes se sometieron a un tratamiento de radioterapia y la maitad fueron asignados al azar para participar en un curso de yoga dos veces por la semana, excluyendo a aquellos que ya practicaban esos ejercicios o quienes tenían un tumot en fase metastásica.

Cada sesión duraba unos 75 minutos y comenzaba con cinco minutos de técnicas de respiración y concentración, cerrando cada clase con cinco minutos de 'savasana', una posición común en el yoga. 

En cada sesión se combinaban sesiones sentados, de pie o agachados y se usaban apoyos en función de cada ejercicio o de las necesidades de cada paciente.

Los investigadores pudieron comprobar que los pacientes que practicaban yoga decían sufrir menos fatiga a medida que iban a más sesiones mientras que, por contra, los que no acudían se sentían cada vez más cansados conforme avanzaba su tratamiento.

Para evaluar su mejoría se tuvo en cuenta el nivel de fatiga, para lo que cada paciente debía cumplimentar un cuestionario de 9 preguntas en el que evaluaban la gravedad de su cansancio y cómo les condiciona en su día a día.