A esta conclusión es a la que ha llegado la revista 'Neuro-Oncology'. Su elevada capacidad invasiva y su crecimiento descontrolado infiltrativo hace que sea un tumor especialmente difícil de tratar. De hecho, actualmente la terapia suele consistir en la combinación de cirugía, cuando es posible, radiación y quimioterapia, una combinación parcialmente eficaz que aumenta la supervivencia global alrededor de 15 meses.

Pero, esta aproximación sigue siendo ineficaz para erradicar completamente las células malignas, lo que hace que las recurrencias sean otro de los hechos característicos de este tumor.

En colaboración con el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, la Universidad de Barcelona, el Hospital Universitario de Bellvitge y el Instituto Catalán de Oncología, los científicos han observado que las células de este tipo de tumor albergan un defecto intrínseco común que consiste en una incapacidad para degradar su material genético durante la apoptosis, la forma más importante de muerte celular programada inducida por la radioterapia y por agentes quimioterapéuticos.

Un defecto que está relacionado con una enzima, la endonucleasa activada por caspasas (DFF40/CAD), y es esencial para que la célula degrade su ADN durante la apoptosis, y aparezca disminuida y localizada de manera incorrecta dentro de las células tumorales en comparación con las no tumorales.