Hacer 'lobby' no es igual en todo el mundo, aunque su significado sea igual. 'Lobby' es una palabra que se usa para hablar de determinada presión, y se hace en diferentes contexto. En la recién publicada investigación de laSexta y otros medios de la mano del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) Uber Files se habla precisamente de cómo la tecnológica fue ejerciendo presión de distintos modos en diferentes países para poder asentarse y ejercer.
Si bien es un término que se viene utilizando desde hace mucho tiempo, a muchas personas les puede resultar ajeno. La Asociación de Profesionales de las Relaciones Internacionales (APRI) —que representa al sector del 'lobby'— lo define como cualquier "actividad profesional" centrada en la defensa de una serie de "intereses legítimos" ante "los distintos ámbitos de la toma de decisiones pública" mientras que la RAE se refiere a estos grupos de presión como "conjuntos de personas que, en beneficio de sus propios intereses, influye en una organización, esfera o actividad social". Aunque a primera vista para muchos un 'lobby' pueda parecer algo no solo negativo, sino ilegal, lo cierto es que forman parte de los procesos democráticos.
¿Por qué se llaman 'lobbies'?
En España el término que se usa para hacer referencia a esa manera de presionar a los Gobiernos para tomar determinadas decisiones es el 'cabildeo', pero es bastante más común escuchar la palabra en inglés. Ahora bien, ¿cuál es su origen? Hay versiones que apuntan a que hace referencia a los continuos encuentros entre ciudadanos y el presidente de Estados Unidos Ulysses S. Grant en la década de 1860 en el hotel Willard, concretamente en el vestíbulo, 'lobby' en inglés. Otras versiones sitúan el origen de esta palabra en los vestíbulos y antecámaras del Parlamento británico. Sin embargo, la propia Cámara de Representantes de Estados Unidos ofrece su propia versión de la historia.
Desde el nacimiento del país, la sala situada fuera de la Cámara de Representantes se ha denominado 'lobby' (vestíbulo); era el lugar para que vendedores, ciudadanos, embajadores y quien quisiera fuera visto, el espacio en el que era más fácil encontrarse a algún representante del Gobierno. Los primeros usos políticos de este término se remontan a 1810, en los parlamentos de la zona noreste del país: en 1817 un periódico definió a William Irving como un "miembro de un 'lobby'", como antónimo de los miembros elegidos para la legislatura en Nueva York. Fue, hasta donde se sabe, el primer uso escrito de esta palabra. Un año más tarde, otro escritor definía a los "miembros de un 'lobby'" como personas empleadas en "defender a través de una influencia externa" las peticiones ante la legislatura. Según el diccionario inglés Oxford, existen registros del uso del término allá por 1640, definiéndolo, eso sí, como el lugar para que legisladores y miembros del público pudieran reunirse y discutir asuntos de diverso tipo.
Qué hace un 'lobby'
Teóricamente, un grupo de presión trabaja para defender unos "intereses legítimos", que pueden ser en beneficio de la sociedad o del propio grupo. Dada la enorme diversidad de grupos de presión que existen —del sector del juego, de la banca, del energético, del transporte... pero también las ONG trabajan como 'lobbies', así como las asociaciones— es difícil englobar todo en un solo espacio, pero sí se puede decir que, por norma general, los 'lobbies' promueven el debate público sobre diferentes aspectos, facilitan información técnica y sectorial a los encargados de las tomas de decisiones y mejoran la interlocución entre los representantes de la sociedad civil y el Gobierno.
España, sin regulación para los 'lobbies'
El hecho de que muchas veces al escuchar el término 'lobby' uno piense en algo negativo y fuera de lo legal tiene que ver, en parte, con la ausencia de regulación en España. En Estados Unidos existe una normativa que 'controla' la actividad lobista en el país; la ley original entró en vigor hace más de medio siglo, pero se actualizó en 1995, cuando fue sustituida por la 'Lobbying Disclosure Act': con esta normativa se tiene control de quién trata de influir en las decisiones políticas, y también de las contribuciones y gastos derivados de esta actividad. Aunque está regulado absolutamente todo, algunos dudan de su eficacia, especialmente en casos de 'lobby' indirecto, como son los casos en los que una actividad de grupo tiene como finalidad influir en el Gobierno a través de un proceso para influir y moldear la opinión pública respecto a esa cuestión en concreto.
En un estudio de Transparencia Internacional publicado hace varios años, en 2015, España se situaba como el tercer país de Europa con peor regulación de 'lobbies': para realizarlo, calculaban el grado de fortaleza de los Estados frente a sus grupos de presión analizando el nivel de transparencia, la integridad de las instituciones y la igualdad de acceso a las mismas. España estaba entonces solo por delante de Chipre y Hungría. Para la ONG estos tres factores sirven para aclarar "quién influye, cuándo influye, cómo influye, si el 'lobby' es profesional y ético y si todos los grupos de interés similares tienen posibilidades de influir".
Ahora bien, el Gobierno español abrió la puerta recientemente a regularizar esta actividad, con el fin de que, por ejemplo, exista un registro donde los grupos de interés que quieran desarrollar su actividad de influencia lo puedan hacer solo a través de una inscripción obligatoria; entre otras cuestiones que deben quedar en esta regulación están los derechos y obligaciones de los grupos de interés, pero también el establecimiento de un régimen de sanciones para altos cargos, empleados públicos pero también para los 'lobbistas'.
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