¿Por qué no hablamos de disfunción eréctil, vaginismo o anorgasmia? Todos en algún momento de nuestra vida podemos tener una disfunción sexual. Hombres y mujeres. Y es que el sexo no es perfecto ni de cine.

Las relaciones sexuales fluyen en cada pareja, diferentes y divergentes. Y todas pueden ser buenas y placenteras. Y aunque aparezcan en algún momento problemas sexuales o ciertas dificultades en nuestra intimidad de pareja, todas se pueden abordar.

La clave está en la comunicación, fundamentalmente en la comunicación en pareja: hablarlo sin tapujos, sin miedos ni vergüenzas. Rompiendo el tabú de las disfunciones sexuales, porque éstas son mucho más frecuentes de lo que pensamos. Solo que no hablamos de eso.

"En nuestra sociedad el sexo vende. Pero vende el buen sexo, generando unas expectativas en muchas ocasiones difícilmente alcanzables", explica a laSexta Silvia Cintrano, sexóloga de Instituto Centta. Estas expectativas o mejor dicho, "estas altas expectativas producen una exigencia hacia las relaciones sexuales, apartando así el foco de atención del objetivo principal: vivir una forma de expresión de la sexualidad experimentando placer y potenciando un vínculo con la otra persona".

En vez de centrarnos en disfrutar, solemos focalizar nuestra atención en el desempeño. Es decir, "en crear un ambiente de comprobación y de alerta (algo así como ponernos nota, o ver qué tal lo hacemos) que dificultará el desarrollo natural de la respuesta sexual. Como consecuencia, la experiencia sexual será negativa, pudiendo desarrollar a la larga algún tipo de problema o disfunción sexual", explica.

Las disfunciones sexuales más comunes

"Las disfunciones y problemas sexuales no son algo anecdótico, son mucho más comunes de lo que nos pensamos", afirma la especialista. En las mujeres, las disfunciones sexuales más comunes son el vaginismo, el bajo deseo sexual o falta de deseo sexual o la dispareunia (dolor en la penetración).

Es difícil cuantificar en datos, pero según algunas cifras publicadas, podemos decir que "la falta de deseo sexual afecta de un 35% a un 40% de la población femenina y la dispareunia, a entre el 8% y el 22 % de la población femenina mundial", informa Cintrano. Con respecto a la anorgasmia, "se estima que en España, más de un 40% de mujeres sufre alguna forma clínica de trastorno orgásmico".

Las disfunciones y problemas sexuales no son algo anecdótico, son más comunes de lo que nos pensamos

Silvia Cintrano, sexóloga

Por su parte, en los hombres, las más comunes son la disfunción eréctil —mal llamada impotencia sexual— que afecta a uno de cada cinco, siendo más probable a medida que aumenta la edad, y la eyaculación precoz, cuya prevalencia se sitúa entre un 20-30 %. También pueden darse otras, aunque en menor medida, como son el bajo deseo sexual o la incapacidad de tener un orgasmo.

En cualquier momento de la vida

"Las disfunciones o problemas sexuales se pueden dar en cualquier momento de nuestra vida", afirma Carme Sánchez, psicóloga clínica y sexóloga del Instituto de Urología Serrate&Ribal. Por ello, es importante ser conscientes de ellos en nuestra educación e información sexual. Es decir, "las disfunciones sexuales estarían íntimamente ligadas a una buena educación sexual, al saber que pueden existir problemas y que a veces, las cosas no funcionan, pero que se pueden abordar".

Estos problemas pueden aparecer bien por causas orgánicas o físicas, por ejemplo a consecuencia de una enfermedad o incluso por la toma de algunos medicamentos.

O bien por causas psicológicas como un momento de estrés laboral o una época de ansiedad , o simplemente, por el devenir de los cambios vitales. Por ejemplo, el envejecimiento. O incluso, el posparto, en el que algunas mujeres pueden experimentar por ejemplo, bajo deseo sexual o falta de lubricación. "Son muchos aspectos de la vida los que pueden provocar una disfunción sexual", sostiene Sánchez.

No hay duda de que la mejor vacuna para solucionar los problemas sexuales es la comunicación: hablar en pareja sobre lo que pasa y lo que no. Aunque, realmente "no sólo hay que comunicarse cuando las cosas no funcionan, sino que la comunicación sexual se tendría que dar de forma fluida, de forma normal y natural dentro de una relación. Esto es, en una pareja que está acostumbrada a hablar de sexo es más sencillo explicar o hablar cuándo algo no va bien y abordar juntos los problemas", sostiene Sánchez.

La mejor vacuna para solucionar los problemas sexuales es la comunicación: hablar en pareja sobre lo que pasa

Carme Sánchez, psicóloga clínica y sexóloga

Cómo abordar los problemas sexuales

Es importante primero descartar que el problema sexual, por ejemplo una disfunción eréctil o un vaginismo no tiene detrás una causa médica. Por ello, y según recomienda Cintrano, en primer lugar, habrá que acudir al médico especializado para descartar las causas orgánicas.

Una vez descartada la causa médico, en segundo lugar, si no somos capaces o no sabemos cómo abordar los problemas por nosotros mismos, podemos acudir a un psicólogo o a un experto en relaciones de pareja.

"En general (aunque cada vez menos) existe cierto rechazo a acudir al psicólogo. Sin embargo, no hace falta tocar fondo para acudir a uno. Siempre se intenta evolucionar, ir avanzando y a lo mejor, en ocasiones, resulta más sencillo que ese proceso se vea acompañado de un experto. Además, la terapia sexual es de las terapias o intervenciones más eficaces y con resultados significativos en menos tiempo, comparándolos con otros procesos psicológicos", asegura esta sexóloga.

Lo importante es abordarlos cuanto antes, es decir, antes de que la bola se haga más grande. Según comenta Cintrano, "cuando aparece una dificultad en la pareja, o en uno de los miembros y no se aborda, lo más probable es que con el tiempo lo único que ocurra es que se vaya agravando y enquistando".

Por ello, la clave está en hablar y en mantener una buena comunicación es fundamental: "Abordar la dificultad, validar al otro, acompañarle en su proceso y ayudarle a calmar sus miedos será imprescindible para poder recuperar la esfera sexual. La relación de pareja debe ser un refugio, un espacio de entendimiento y acompañamiento en el que evolucionar juntos y encontrar soluciones en equipo", concluye la experta.