Gert-Jan (40 años) tuvo hace 10 años un accidente que le produjo una lesión medular, que le impedía caminar. Ahora, logra hacerlo de nuevo gracias a a un interfaz que conecta cerebro y médula.
Este interfaz lo que hace es establecer una comunicación entre el cerebro y la médula espinal, transformando los pensamientos en acción, tal como explica la revista científicaSINC. Esto ha sido posible gracias a un equipo de profesionales e investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), cuyo trabajo acaba de publicarse en la revista 'Nature'.
Dos de los investigadores son el neurocientífico Grégoire Courtine, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), junto a la neurocirujana Jocelyne Bloch, del Centro hospitalario Universitario de Vaud de la EPFL que, según informa SINC, llevan años investigando para que personas con la médula espinal dañada vuelvan a andar. De hecho, en 2018, lograron que tres hombres paralizados, tras introducirles implantes en la médula espinal, volvieron de nuevo a caminar.
Según este trabajo, "un hombre con lesión medular ha podido volver a caminar mediante la primera conexión o interfaz hombre-máquina entrenada con inteligencia artificial. Este avance fue presentado en el Centro Hospitalario Universitario de Vaud (CHUV), en la ciudad suiza de Lausana, donde ese primer paciente en el que se ha probado, un neerlandés de 40 años llamado Gert-Jan y que hace 12 años perdió la movilidad de sus piernas en un accidente de bicicleta, caminó frente a los periodistas.
"Hace cuatro años ni siquiera soñaba con algo así", señaló a EFE el paciente, quien fue invitado en 2016 por instituciones científicas de Suiza para participar en el programa, antes experimentado con simios pero que hasta entonces no se había probado en humanos.
Gert-Jan fue sometido a operaciones en las que se le colocaron dos implantes:
- Un implante en la médula espinal
- Y otro implante, mucho más complejo: un interfaz o conector entre el cerebro humano y un ordenador que, mediante 64 electrodos, recoge estímulos cerebrales y los traduce en datos digitales tras una fase de aprendizaje tanto del humano como de la máquina, gracias a la inteligencia artificial en este segundo caso.
"Este interfaz es capaz de registrar la actividad cerebral en la superficie del córtex", explicó a EFE el investigador Guillaume Charvet, del Comisariado de Energía Atómica, institución francesa que ha trabajado en el proyecto junto al mencionado CHUV, la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y otros organismos.
La evolución del paciente: entrenamiento sobre un avatar
Tras recibir estos implantes, al paciente se le pidió, en una fase que requirió meses de entrenamiento, que se imaginara moviendo sus piernas: al hacerlo, su cerebro emitía estímulos que, mediante algoritmos, eran convertidos en datos que más tarde llegarían al implante de su médula espinal y serían convertidos en movimiento. "Fue la parte más complicada, pensar en movimiento natural tras 10 años sin intentarlo", reconoció Gert-Jan.
Al principio entrenó sus movimientos sobre un avatar, una versión digital y en pantalla de sí mismo que empezó a mover con sus pensamientos, y finalmente el sistema se llevó a su propia médula espinal. "En pocos minutos ya podía mover el avatar, así que decidimos probar a ver si podía levantarse, y cuando dio sus primeros pasos casi llorábamos al ver que había sido tan rápido", recordó en declaraciones a dicho medio la neurocirujana Jocelyne Bloch, otra de las principales responsables del proyecto.
El paciente camina ahora con ayuda de un andador, y el sistema cerebro-máquina, que aún no ha podido ser miniaturizado, es todavía algo aparatoso, ya que el paciente necesita unos auriculares para mandar sus órdenes mediante ondas, y un portátil apoyado en el andador para decodificarlas antes de que se emitan a la médula espinal, en cuestión de dos o tres décimas de segundo.
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En cualquier caso, el avance en neurociencia es enorme, según los propios investigadores, por el importante vínculo que se ha logrado entre cerebro y máquina, utilizando además una tecnología tan prometedora como la de la inteligencia artificial. "El siguiente paso es, por supuesto, difundir esta tecnología a más pacientes, y para ello necesitamos industrializarla", señalaron los responsables. En este sentido, la compañía neerlandesa Onward Medical ha logrado ya apoyo de la Comisión Europea para desarrollar junto a las instituciones de la investigación una versión comercial de este interfaz digital.