El primer año es el más complicado. El duelo pesa en todas esas primeras veces que vivimos, por primera vez, sin nuestro ser querido al lado. El primer cumpleaños, la primera semana santa, el primer verano... y la primera Navidad sin ti al lado. Y todo ello evoca nostalgia, recuerdos y dolor al mismo tiempo. Más aún en estas fechas tan señaladas, y con una pandemia en medio que no ayuda realmente nada.

Una de las mejores cosas que podemos hacer es recordar a nuestro ser querido, hablar de él. "Es cierto que recordar duele, pero recordar sanamente ayuda a pasar el duelo, ayuda a sanar la herida", afirman a laSexta Cecilia Martín Sánchez y Marina García Fuentes, psicólogas y directoras del Instituto de Psicología Psicode.

Cada persona tendrá unos ritmo diferentes y por ello, el proceso de duelo será variable en cada uno de nosotros. "Pero normalmente, suele durar al menos, un año. Y esto es así porque el calendario está lleno de fechas y de eventos señalados como por ejemplo la Navidad, que nos harán vivir esas fechas más especiales por primera vez, sin esa persona. Y tenemos que pasarlas todas. Y no es fácil.

Es cierto que recordar duele, pero recordar sanamente ayuda a pasar el duelo, ayuda a sanar mejor la herida

Cecilia Martín y Marina García, psicólogas

Es normal que en este primer año haya más dolor y que las cosas no estén como siempre. No hay que sentirse mal por estar mal. "Todas esas primeras fechas duelen porque todo es nuevo y tenemos que aprender a vivir sin esa persona. Se produce un reajuste vital que se lleva gran parte de nuestra vida con nosotros y ello implica a veces, un cambio en nosotros, tanto de personalidad como incluso de identidad", señala por su parte Beatriz Bermejo, psicóloga y colegiada del Colegio Oficial de Psicólogos de Extremadura (COPEX).

De hecho es normal que aparezcan, más aún en estas primeras navidades, síntomas físicos como insomnio, dificultad para dormir, dolor en el estómago, digestiones difíciles o un mayor nerviosismo. "Todo el cuerpo tiene que reestructurarse y acoplarse de nuevo: se puede tener la misma calidad de vida que antes (o al menos se puede tener una buena calidad de vida) pero hay que reestructurarse", añade la experta.

Y ese cambio y esa reestructuración vital en este primer año no es nada sencillo. Para ello hace falta tiempo: "Y a medida que pase el tiempo, la mente irá creando nuevas asociaciones y nuevos recuerdos sin esa persona y todo poco a poco irá siendo menos doloroso y más llevadero", añaden Martín y García.

Hablar y recordar a nuestro ser querido durante estas Navidades

Realmente, y como dicen Martín y García, "las navidades son para los niños. Ellos son quienes suelen disfrutar estas fiestas al 100% por la ilusión de los regalos y la magia de la Navidad. Para los adultos, sin embargo, en muchas ocasiones, suele ser una etapa complicada porque ya todos o casi todos echamos en falta a alguien en las cenas familiares". Seguro que muchos de nosotros pensamos de esta manera. Mucho más cuando la pérdida es aún muy reciente.

Aunque es cierto que también, para muchos, las Navidades son un buen momento para juntarse y disfrutar de la compañía de la familia que solemos ver poco en el resto del año. Para recordar que estamos ahí y que nos queremos pese a las discusiones y malos entendidos. Por ello, si hemos perdido este último año a un ser querido, es bueno y positivo recordar a esa persona que tanto hemos querido y que tanto nos duele su ausencia. "Es importante darse permiso para recordar de forma sana a esa persona con el resto de la familia. Compartir buenos recuerdos y permitirse llorar nos ayuda a sentirnos mejor", afirman Martín y García.

Cuando hablamos de esa persona, estamos recordando que la vida con ella mereció la pena. Por ello es importante hablar y recordar en familia todos los momentos que hemos pasado juntos

Beatriz Bermejo, psicóloga

Porque de alguna forma, "cuando hablamos y recordamos a esa persona, estamos sintiendo que la vida con ella valió la pena. Por ello, es importante hablar y recordar en familia todos los momentos que hemos pasado juntos", aconseja Bermejo. En ocasiones, "no hablamos por miedo a que los demás sufran o por reavivar una herida que aún duele, pero es una herida que todavía está presente y que es necesario que cicatrice. Y cuando hablamos de ello, estamos elaborando una narrativa que se va integrando poco a poco en nosotros, en la búsqueda de esa nueva vida, en esa reconstrucción que hemos de hacer", explica.

Además, precisamente porque estamos en familia y por el tema de las restricciones de la pandemia, puede que la reunión familiar sea más pequeña y podremos quizá llorar y expresar más ese dolor. "Es importante que salga ese dolor, porque si no nuestra cabeza irá por un lado y nuestro cuerpo por otro", sostiene Bermejo.

Puede ser, confirman por su parte Martín y García que "en este ambiente más pequeño y más cercano, sea más fácil que surjan esas emociones de llanto y tristeza. Y compartir emociones puede resultar terapéutico para todos".

Por último, sería muy positivo también, ahora que estamos en familia, "agradecer en voz alta todo lo bueno que nos aporta la vida. Nos hará centrarnos en el presente y en aquello que tenemos, y ello nos aportará una sensación de paz y de esperanza hacia el futuro. Y por supuesto, no no olvidemos de cuidar, de cuidarse y dejarse cuidar por el resto de familiares, porque eso también sana", concluyen las expertas.