En términos de salud mental, la pandemia del COVD-19 golpeó con fuerza a los adolescentes. El consumo de benzodiacepinas y ansiolítico ha subido en España pero también globalmente, ha experimentado un aumento en los últimos años, especialmente, desde hace dos.

"Desde principios de 2021 hemos observado a nivel estatal un preocupante aumento en el número de adolescentes que consultan con síntomas psiquiátricos y/o psicológicos", asegura el Dr. Guillermo Lorenzo, médico de familia y miembro del Grupo de Trabajo de Atención al Adolescente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), con motivo de la celebración del Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre).

Además, añade, "hemos detectado también un notable incremento de casos de jóvenes con intoxicaciones múltiples relacionadas con un mayor acceso a psicofármacos, bien por un aumento en la prescripción para los propio adolescentes, como para sus familiares".

Para ejemplificarlo, el especialista alude a los datos de la encuesta Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES) que ponen de relieve que los tranquilizantes y somníferos son la cuarta sustancia más usada por personas de entre 14 y 18 años en España. "Y estas cifras son las más elevadas de consumo desde que existen registros", sostiene el especialista.

En los últimos 18 años de registro de la encuesta ESTUDES, el uso de tranquilizantes en los menores de 30 años se ha triplicado, a pesar de que son las personas mayores de 65 años las que lideran la su demanda: "Hay una dinámica general de polimedicación", señala por su parte la Dra. Mara Sempere, del Grupo de Trabajo de utilización de Fármacos de la semFYC.

"Son medicamentos complejos porque generan adicción. Su retirada tiene que ser gradual y progresiva. Por lo que es importante insistir en el tratamiento no farmacológico", añade la profesional. También, tal como sostiene la Dra. Luz de Myotanh Vázquez Canales, médica de familia y coordinadora del Grupo de trabajo de Salud Mental de esta sociedad médica, "este aumento de prescripción de benzodiacepinas en adolescentes puede darse, en parte, debido a la escasez de recursos sanitarios y comunitarios para esta población y a las listas de espera en la Unidades de Salud Mental".

Todo esto provoca que "para controlar algunos de los síntomas, se acaba pautando un fármaco, porque los recursos llegan tarde. En muchos casos no se darían, si la accesibilidad a los servicios fuera más fácil", añade.

Los problemas de las benzodiacepinas en los adolescentes

La última incorporación en el Catálogo «No Hacer» de Guiasalud en España subraya una de las problemáticas crecientes en salud mental: "Se recomienda no prescribir benzodiacepinas en población adolescente de 10 a 21 años ante problemas de ansiedad o insomnio, exceptuando los problemas neurológicos o psiquiátricos graves".

Se trata de una incorporación elaborada por la semFYC que ahora integran todas las sociedades científicas. Asimismo, la Agencia Española del Medicamento (AEMPS) aconseja su uso sólo cuando sea imprescindible, como en el caso de menores con problemas neurológicos o psiquiátricos graves.

"El daño que pueden provocar en los adolescentes se debería tener en cuenta. Esto nos debe llevar a la implementación de la prevención cuaternaria. Muchos psicofármacos tienen efectos secundarios y posiblemente sean peor llevados por los adolescentes que por una persona adulta, como por ejemplo el aumento del peso", explica Vázquez Canales.

Además y como indica también la doctora Sempere, "el tratamiento no farmacológico es esencial para abordar la ansiedad y el insomnio, ya que las benzodiacepinas no son apropiadas como tratamiento a largo plazo ni son de primera elección en estos casos".